El temor de un pueblo represaliado
Los tártaros de Crimea, asentados en la península desde 1239, desconfían del país que los deportó a Siberia y a Asia Central en 1944
SIMFERÓPOL. Actualizado: GuardarLa actual crisis en Crimea y la perspectiva de que la península sea anexionada por Rusia ha puesto a los tártaros ante una nueva disyuntiva: seguir apoyando a las nuevas autoridades de Kiev estando en minoría (constituyen poco más del 11% de la población del enclave) o plegarse a los deseos de Moscú para no volver a ser acusados de «colaboracionismo» con el enemigo. Refat Chubárov, el jefe de la asamblea tártara de Crimea, el 'Medzhlis', contaba hace unos días a este periódico que, tras ser acusados de colaborar con las tropas nazis, que atacaron la Unión Soviética en 1941 y llegaron a ocupar Crimea, los tártaros «fuimos deportados en 1944 y, hasta 1956, vivimos en un régimen especial como el 'apartheid'».
El imperio mongol, surgido a principios del siglo XIII bajo el caudillaje de Gengis Kan, fue el mayor que haya existido jamás en extensión de las tierras conquistadas, desde el mar de Japón hasta el río Danubio; desde Nóvgorod, en el norte de Rusia, hasta el sudeste de Asia. El imperio empezó a desintegrarse en 'kanatos' en la segunda mitad del siglo XIII y uno de sus fragmentos más grandes y poderosos fue la Horda de Oro. La invasión tártaro-mongola de Rusia comenzó en diciembre de 1237 con la toma de Riazán. Catorce años antes, los príncipes rusos de Kiev, Chernígov y Galich habían sido derrotados en la batalla del río Kalka. A Rusia llegaron primero los mongoles y, a partir de 1260, los tártaros de la Horda de Oro, que dominaron el país hasta 1480.
Crimea estuvo habitada desde el siglo XII a. C. por kimeros y skifos; los griegos llegaron en el siglo VIII a. C. y los romanos, en el año 63 a. C. La península también vio pasar a los godos a mediados del siglo III y a los hunos en el IV. En este siglo cayó bajo el poder de Bizancio y tras la caída de Constantinopla fue ocupada por los turcos.
Destierro y muerte
La presencia de los tártaros en Crimea data de 1239, año en que la península pasó a formar parte de la Horda de Oro. El 'kanato' de los tártaros de Crimea se hizo independiente en 1441, pero sólo durante 34 años, pues acabó como vasallo del Imperio Otomano. De nuevo la inestabilidad internacional (en este caso la guerra rusoturca de 1768-74) hizo cambiar su estatus en 1772, esta vez para independizarse de los otomanos e integrarse un año después en el Imperio ruso. Con la llegada de los rusos, mucho tártaros huyeron y el éxodo continuó durante la siguiente Guerra de Crimea, la de 1853-1856.
El 18 de octubre de 1921 el territorio se convierte en república autónoma dentro de la Rusia soviética, cuyo ejército tuvo que liberarla en 1941 de la ocupación nazi. Este periodo sigue marcando la memoria de los tártaros, que fueron deportados, junto a los griegos, armenios y búlgaros que allí vivían, a Asia Central y a Siberia. Muchos perecieron de frío, malnutrición y de las enfermedades causadas por las insalubres condiciones en las que fueron enviados en destartalados vagones de tren hacia Asia.
Tras el final de la II Guerra Mundial, Crimea perdió el estatus de república autónoma y pasó a ser una región de Rusia. En 1948, el 90% de los nombres geográficos tártaros y griegos fueron cambiados por rusos. El líder comunista Nikita Jriushov decidió en 1954 poner la península bajo la dependencia administrativa de Ucrania y, en 1989, empezaron a regresar en masa los tártaros. Con la desintegración de la URSS la península se quedó dentro de Ucrania. Los tártaros que viven actualmente en Rusia, en la ribera del río Volga (Tatarstán), en Astrakán y Crimea, descienden de la Horda de Oro, pero son mezcla de diferentes étnias.
El rasgo que los une es que profesan el islam y hablan una lengua turcomana, no la que utilizaban los tártaros que invadieron Rusia en el siglo XIII. Según Chubárov, en Crimea viven ahora casi 300.000 tártaros, algo más del 11% de la población de la península, y hay 150.000 que todavía no han regresado. Desde Tatarstán llegó hace unos días a Crimea una delegación para convencer a sus hermanos crimeanos de que Rusia no les discriminará ni habrá nuevos abusos como en el pasado.