El peor Barça del curso se deja media liga en Valladolid
Sin orgullo ni compromiso, el equipo azulgrana paga su indolencia y sufre su tercera derrota en los últimos seis partidos
Actualizado: GuardarEl Barça se presentó este sábado en Valladolid con la idea de meterle presión al Real Madrid en la cabeza de la Liga y se marchó muy tocado, con la tercera derrota en los últimos seis partidos y diciendo casi adiós al campeonato. La peor versión del equipo azulgrana en toda la temporada naufragó en el José Zorrilla ante un rival que arrancó la tarde en puntuación de descenso y pescó tres puntos de oro para mantenerse en Primera. Partidazo de Javi Guerra, Manucho y Bergdich al margen, una vez más, los azulgrana cayeron derrotados porque mostraron su cara más indolente, pasota, como si el campeonato ya no fuera con ellos. A dos jornadas de viajar al Bernabéu a jugarse la Liga, a disputar en un clásico mano a mano el título, el Barça sufrió un naufragio colectivo, perdió buena parte de su crédito y demostró muy poco amor propio, muy poco orgullo y compromiso.
Las señales de alerta se dispararon al inicio de la segunda vuelta y el rojo de peligro inunda ya todo el entorno culé. Ni ganas, ni intensidad, ni juego. El FC Barcelona no puso nada sobre el tapete del Zorrilla y anticipó unas cuantas jornadas antes el fin de ciclo que se anuncia para el final de temporada, con el adiós de Puyol y Valdés y la presunta revolución en el plantel que prepara la dirección técnica. Como venía insinuando en los partidos previos (desde el empate en el Calderón, los de Martino han cosechado tres derrotas, dos empates y cuatro victorias), algo serio pasa cuando un equipo demuestra tantos altibajos. Cuando camina en el campo y no gana ningún balón dividido, cuando le superan siempre de cabeza y cuando no muestra ninguna capacidad de reacción. La respuesta siempre es futbolística, aunque en esta ocasión quizá también haya que buscarla en el entorno. Y es que las semanas son tan convulsas en Can Barça que cuando llega el día del partido da la sensación de que a todo el mundo se le olvida que hay que jugar un encuentro. Los jugadores se contagian de este clima, que esta semana ha girado en torno a la retirada de Puyol y a las posibles altas y bajas al final de curso, y firman actuaciones muy tristes como la de Valladolid, donde el conjunto pucelano le superó desde el pitido inicial.
Así, desde bien pronto se vio la actitud que tenían unos, que se jugaban la vida por seguir en Primera, y la de los otros, que también tenían un partido decisivo, por sus aspiraciones al título, pero que no lo parecía. Manucho sujetaba a los centrales y Javi Guerra y Bergdich entraban con peligro por las bandas. El Barça era un coladero en defensa y en ataque. Messi y Neymar ni estaban, ni se les esperaba. El choque se le puso además bien pronto cuesta arriba al equipo de Martino, que salió con todo (al menos eso decían sus dorsales). Al cuarto de hora, Rossi recogió un rechace tras varios disparos y batió a Valdés.
El Barça no podía empezar peor. El Valladolid, con dos o tres toques, se presentaba en el borde del área en posiciones de peligro y ganaba cada balón dividido, cada rechace, cada pelota aérea, no sólo por intensidad, sini también por concentración, colocación y por interés. Ni Xavi, ni Busquets ni Cesc daban con la tecla para armar un juego mínimamente decoroso. Perdían balones, jugaban a paso de tortuga y las combinaciones brillaban por su ausencia. Mariño, que esperaba una tarde con mucho trabajo, no salía de su asombro: apenas le llegaban.
Sin tirar a puerta
La primera parte azulgrana fue sencillamente de horror y a buen seguro que Martino colgó en la caseta el cartel de ‘se busca’ a Messi, Xavi, Cesc, Pedro, Neymar, Alves, Adriano, Piqué, Busquets y Mascherano. El equipo entero que saltó al José Zorrilla y que pasó como el hombre invisible. La recompensa era encaramarse en lo alto de la Liga, pero en los primeros 45 minutos no hubo noticias de los azulgrana. El encuentro era decisivo y resultaba del todo inexplicable la puesta en escena del equipo.
En la reanudación, hubo una especie de espejismo en el que dio la impresión de que los azulgrana se pusieron una pizca las pilas. Dieron un paso adelante, cambiaron de marcha y buscaron la remontada. Aunque de manera tímida. Porque cuando se tiene prisa, la precisión suele brillar por su ausencia. Martino lo intentó de varias maneras. Primero sentó a Cesc, dio entrada a Alexis y retrasó a Messi a la media punta. Buscaba la inspiración y las asistencias del argentino.
No es que el equipo sufriera una transformación revolucionaria, pero al menos transmitía la sensación de que podía crear ocasiones de gol, sin demasiada elaboración, de vez en cuando. Pero le faltaba algo de continuidad. El panorama no acababa de cambiar y Martino quitó a Piqué y se la jugó con tres atrás.
Quedaban 20 minutos y buscaba un golpe de efecto, que no llegó ni retirando a Neymar por Tello. El equipo estaba plano y sin tirar a puerta (es una obviedad, sí) no es posible voltear un partido. Salvo un par de amagos de Messi, nada de nada. Hecatombe. Sin pretenderlo, los de Martino le sirvieron en bandeja la Liga al Madrid.