«El poder no tolera que descubras sus inmundicias»
Rafael Chirbes suma a su palmarés el Premio Francisco Umbral de novela gracias a la elogiada 'En la orilla'
MADRID. Actualizado: Guardar«En la novela es mucho más importante lo que quitas que lo que pones; exige podas salvajes". Palabra de Rafael Chirbes (Tabernes de Valldigna, Valencia, 1949), reverenciado autor de 'En la orilla' (Anagrama), novela tan descarnada como pertinente y elogiada de forma unánime como la mejor del último curso editorial. Con ella suma Chirbes el premio Francisco Umbral a un palmarés tan magro como sólido en el que no hay premios comerciales. «Me dan esos a los que no te presentas», dice el dueño del premio de la Crítica que aun no se tiene «por un escritor profesional». «A Umbral me une solo el amor al buen castellano y la buena escritura. Nuestros mundos literarios distintos» señala el escritor valenciano sobre el autor de 'Mortal y rosa'.
«Me tengo por un impostor, un escritor que no da de sí todo lo que debiera y se la pega a todos; un torpe que corrige hasta la extenuación, que vive en una ducha escocesa entre mi insatisfacción y el elogio ajeno». «La inseguridad es una tortura, pero es muy efectiva. Lo que quitas en una novela es mucho más importante que lo que pones», insiste un «podador» que nuca sabe «por dónde irá cada personaje ni cómo terminará cada novela, «que es un verdadero milagro».
Las de Chirbes -nueve hasta hoy- no son negras, pero admite que «son muy oscuras» y nada condescendientes con el lector. «Mi meta es no traicionarme con cada decisión. La novela, como la vida, se resume en tomar decisiones y yo coloco al lector ante el espejo de la realidad. Cuento las cosas como están, sin cargar las tintas y le presento encrucijadas para que se abra camino en el laberinto» asegura.
El autor de 'Mimoum', 'La larga marcha', 'La buena letra', 'Los disparos del cazador', 'La caída de Madrid' o 'Crematorio' se limita «a contar lo que hay». Lo que ve es duro, a menudo desagradable, desolador, doloroso y nada reconfortante. «Ninguna novela deja virgen ni a lector ni al autor», asegura el forjador de perdedores, cronista del desencanto, de la trampas de la Transición, de las tropelías del dinero, de los terribles efectos del crisis y la demolición moral de un país como el nuestro desenmascarando los mecanismos más siniestros del poder y del dinero. «Ningún poder tolera que dejes al aire su recursos, que descubras sus mecanismos, sus pudicias y miserias», asegura Chirbes. Escribe «para demostrar que no veo el mundo como se cuenta desde el poder, para dejar constancia de que a mi no acabaron de engañarme».