De la indignación a la resignación
Los datos del paro de febrero son de nuevo demoledores para la provincia de Cádiz, sin embargo, su gravedad parece que no traspasa. Se ha generado una especie de clima conformista
Actualizado:Los mensajes de muchas de las coplas que tanto comparsas, coros como chirigotas han entonado este mes en las tablas del Falla han aludido a ese mal endémico que sufre la Bahía de Cádiz: el paro. La provincia no levanta cabeza y parece que se ha pasado de la indignación a una especie de resignación consentida. Los políticos sólo se acuerdan de reclamar planes de empleo y políticas activas de inserción laboral cada vez que el INE ofrece para desayunar el censo de desempleados. Cádiz se desangra y no aguanta más. Es una frase tópica y típica que utilizamos unos y otros para definir una situación que lleva años, quizás décadas, sin solución. El dato de febrero, igual que el de los últimos seis meses, resulta demoledor para la provincia. Mientras que el paro se detiene en el resto de España, en Andalucía, y en especial en Cádiz, se incrementa. La provincia ha arrojado una subida del 0,4%, lo que supone un aumento de 817 personas más en una lista de desempleados que forman 202.013 gaditanos. ¿Qué tiene que ocurrir en Cádiz para que alguien se tome en serio este dato y esta situación? No se trata de anunciar falsas soluciones el mismo día en que conocemos la estadística. El paro en Cádiz es un problema más profundo que requiere de un pacto político para favorecer la inversión y regenerar el tejido industrial. No valen más experimentos como el plan Bahía Competitiva ni más parches con planes locales que sólo han servido para contratar mano de obra puntual durante tres meses. Pan para hoy y hambre para mañana. La provincia está abocada, si nadie lo remedia, a tener seis meses de paro desorbitado y otros seis de paro contenido gracias al sector servicios.