El-Sisi, a un paso de formalizar su candidatura a las presidenciales
EL CAIRO.Actualizado:El jefe del Ejército egipcio, el mariscal Abdelfatah el-Sisi, se resiste a anunciar claramente que desea convertirse en el sucesor de Mohamed Mursi, pero ayer dio la señal más clara hasta la fecha de sus propósitos de presentarse a los comicios presidenciales. Según las declaraciones recogidas por primera vez por la prensa oficial egipcia, el ministro de Defensa formalizará su candidatura «en los próximos días».
Lleva meses dejándose querer y manteniendo un calculado silencio sobre sus intenciones, de las que, sin embargo y tras las muchas filtraciones de miembros de su entorno cercano, apenas nadie duda. Pero su renovación en la cartera de Defensa en el gabinete del nuevo primer ministro había sembrado ciertas dudas sobre su futuro. «No puedo dar la espalda cuando la gran mayoría de los egipcios quieren que me presente a las elecciones», dijo ayer El-Sisi en un discurso ante soldados y oficiales, quizás para despejar los miedos de sus seguidores.
El mariscal estaría esperando a que se emita la nueva ley que regirá los comicios presidenciales para entonces anunciar la noticia menos sorpresiva de los últimos meses. Antes deberá abandonar el Ministerio de Defensa y colgar el uniforme, ya que la Constitución señala que el jefe del Estado deberá ser un civil que no ostente ningún cargo en el Gobierno.
Por ahora sólo un candidato ha manifestado su intención de presentarse, el naserista Hamdin Sabahi, que apoyó el golpe que lideró El-Sisi contra Mursi, el primer presidente elegido de forma democrática en Egipto. Sabahi, que quedó tercero en las anteriores presidenciales, tendrá, sin embargo, poco que hacer contra el mariscal, quien se espera que arrase en los comicios.
La economía, el gran reto
El-Sisi, que en los últimos ocho meses ha conseguido desactivar con una brutal campaña de represión al principal grupo opositor, los Hermanos Musulmanes, deberá enfrentarse, sin embargo, a la gran bestia negra que ha conseguido derribar a los últimos gobiernos y que tuvo también un papel importante en la caída de Hosni Mubarak: la famélica economía egipcia, un monstruo lo suficientemente complicado como para que el mariscal -y el Ejército que le sostiene- se lo haya pensado dos veces.
Pero para sus seguidores, que ansían la estabilidad social perdida tras la revolución de 2011, la mano dura de El-Sisi conseguirá recobrar la «normalidad» necesaria para que la economía vuelva, poco a poco, a arrancar.