Kerry conquista el alma de la revolución
EE UU se felicita por «la tranquilidad de las calles» y respalda sus palabras de aliento con ayudas para la economía ucraniana
NUEVA YORK.Actualizado:Vladímir Putin habla de nazis y extremistas que reprimen a la población de origen ruso en Ucrania, pero John Kerry no los ha encontrado por ninguna parte. En la carta que el embajador ruso Vitaly Churkin leyó el lunes ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia dice que el expresidente ucraniano Víctor Yanukóvich, al que aún considera legítimo, le ha pedido que emplee la fuerza militar para defender a una población que, «bajo la influencia de países occidentales, sufre actos de violencia y terrorismo».
Para desmentirlo, el secretario de Estado estadounidense se desplazó ayer hasta Kiev, se bajó de la limusina, caminó por las calles, se dejó rodear por sacerdotes ortodoxos y se fundió en abrazos con las mujeres y los hombres de la Plaza de la Independencia de Kiev, el Maidán de la revolución, donde depositó flores y encendió velas en los altares que recuerdan a los mártires.
«Está claro que Rusia ha estado trabajando muy duro para crear pretextos con los que poder invadir aún más», dijo en conferencia de prensa. «El Gobierno ruso quiere hacer creer que las tranquilas calles por las que yo he caminado y también he conducido son, en realidad, peligrosas, ignorando la realidad de que el crimen no ha aumentado, ni los saqueos, ni las venganzas políticas».
«Somos pobres», le dijo una mujer entre sollozos, «los que estaban en el poder se enriquecían mientras nosotros nos quedábamos atrás», según rememoró Kerry, que dijo haberse sentido «muy emocionado» con los relatos de la gente que conoció. «El presidente Obama quiere ayudaros», les aseguró.
El jefe de la diplomacia estadounidense no sólo iba dispuesto a apoyar a los ucranianos con su presencia física y palabras de aliento sobre la libertad, que parecían sacadas de la propaganda de la Guerra Fría, sino que anunció algo mucho más importante: un paquete de mil millones de dólares (728 millones de euros) en préstamos garantizados con los que estabilizar la economía y dar un balón de oxígeno al Gobierno provisional, además de lo que negoció el Fondo Monetario Internacional. Con todo, esta primera aportación se queda a enorme distancia de los 35.000 millones de dólares (24.500 millones de euros) que las nuevas autoridades necesitarán en los dos próximos años para evitar la quiebra del Estado.
Washington sabe que Rusia no necesita de sus fuerzas armadas para desestabilizar Ucrania, porque puede hacerlo simplemente aumentando el precio del gas que le suministra. Gazprom ya anunció ayer una revisión de las tarifas a comienzos de abril. Los países de Europa del Este compran el 24% de la producción petrolera y de gas natural ruso, pero otro 24% va a Alemania, motivo por el que el próximo reto de Obama será convencer a la canciller Angela Merkel para que venza su reticencia a las sanciones comerciales con las que amenaza a Rusia. Kerry dijo estar convencido de que la líder europea se sumará a las medidas, y el resto de los aliados del Viejo Continente «no tendrán más remedio».
Prueba de liderazgo
Por su parte, los congresistas estadounidenses que aún tienen que aprobar la ayuda ofrecida ayer a Ucrania ven esas negociaciones como una prueba del liderazgo de EE UU que estos días echaban en falta. De momento, los legisladores dicen estar dispuestos a dar luz verde a esas partidas y también incluso a las sanciones, aunque el líder demócrata del Senado, Harry Reid, cree preferible no adelantarse a los europeos, que son los que mantienen más relevantes relaciones comerciales con Rusia. La insólita unidad de republicanos y demócratas radica en la falta de apetito por una nueva guerra, cuando aún se intenta acabar con la de Afganistán. «Tenemos muchas opciones pero ninguno quiere una escalada hasta un lugar del que luego sea muy difícil salir», reconoció Kerry.
El paquete de ayuda estadounidense incluye también asistencia técnica para organizar elecciones «fuertes, robustas y legítimas, para que no queden dudas de que es el pueblo de Ucrania el que se gobierna a sí mismo», dijo Obama.
Si a Kerry las declaraciones de Putin le cogieron fuera de juego por la calle Institutska («¿De verdad ha dicho que no hay tropas rusas en Crimea?», se sorprendió a pregunta de una periodista), Obama se hizo eco de que el presidente ruso «está haciendo una pausa y reflexionando», interpretó. «Y ahí quiero observar que hay quien cree que sus acciones han sido estratégicamente inteligentes», dijo haciéndose eco de las críticas. «Yo creo que no ha sido una señal de fuerza, sino de las preocupaciones y sospechas de los países que rodean a Rusia, a los que, si acaso, ahora empujará lejos de su influencia».