La falta de gas no preocupa a la UE, sí a los ucranianos
BRUSELAS. Actualizado: GuardarGas. Esta es la palabra que mejor sintetiza muchos de los miedos que provoca en Europa la crisis diplomática con Rusia. La dependencia energética que países como la todopoderosa Alemania tienen del gas ruso están condicionando sobremanera la actuación de la UE, que se ha mostrado contundente en sus críticas pero tibia en su reacción -aplazamientos de las sanciones- cruzando los dedos para que la vía diplomática dé sus frutos. El suministro energético preocupa (y mucho), pero Bruselas ha optado por minimizar el impacto para que el Kremlin -cuya economía depende también sobremanera de la UE- modere su radical postura. «No hay motivo de preocupación para la seguridad de suministro a corto plazo», aseguró ayer el comisario de Energía, Günther Oettinger.
El alto cargo alemán compareció al término del consejo de ministros del ramo de la UE, que se reunieron ayer en Bruselas -no tenía carácter extraordinario, sino que ya estaba programada hace meses-. En la cita, informó de que existen unas reservas de unos 40.000 metros cúbicos, que suponen 10.000 más que hace un año ya que el invierno está siendo más suave de los esperado. «A medida que avanzamos hacia la primavera y el tiempo se hace más cálido, el peligro decrecerá», puntualizó.
No hay que olvidar que en torno al 30 % del gas que la Unión importa del exterior procede de Rusia y, de ese porcentaje, la mayor parte llega a través de Ucrania, foco del conflicto y país que ya sufrió cortes de suministro en pleno invierno en 2006 y 2009, en sendos enfrentamientos con Moscú. Ahora, de momento, parece que la calma impera. «Pese a la crisis, el gas está llegando a los mercados europeos desde Rusia», tranquilizó Oettinger.
El comisario lo tiene claro: la UE no debería interrumpir sus relaciones comerciales con Moscú porque las dos partes tienen mucho en juego. Y es que la economía será a la larga el factor esencial capaz de solventar el momento de más tensión desde la caída del Muro de Berlín en 1989. «Tenemos una dependencia mutua, necesitamos gas ruso pero los rusos necesitan dinero de Europa para Gazprom o para el presupuesto nacional», justificó el comisario.
No obstante, matizó que Rusia y la UE cuentan con un mecanismo de alerta rápida cuando haya problemas de suministro y de momento, «no se han usado». También explicó que el objetivo es ir dependiendo cada vez menos de Moscú y para ello, se está recurriendo de forma creciente a proveedores alternativos como Noruega o Argelia, de donde procede la mayoría del gas que consume España a través de dos grandes gasoductos.