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«Recomiendo a los padres que no alimenten a un parásito»»
El juez de menores Emilio Calatayud describe en su último libro los peligros que afrontan los jóvenes a través de casos reales que afronta en su trabajo
MADRID. Actualizado: GuardarEscribir una redacción, aprender a leer o dibujar un tebeo. Estas son algunas de las sentencias dictadas por el juez de menores en Emilio Calatayud. Unas originales condenas a chavales de 15, 16 o 17 años que le han convertido en una referencia y toda una autoridad en casos de jóvenes conflictivos. El magistrado publica 'Buenas, soy Emilio Calatayud y voy a hablarles de...' (Alienta, 2014) en el que vuelve a colaborar con el periodista Carlos Morán. Una obra más personal en la que habla de la enfermedad de su mujer, de política, de la crisis, pero sobre todo, de los hijos. Calatayud describe los peligros que afrontan los menores en la actualidad a través de casos reales que ha vivido en su juzgado de Granada. Un libro que, en realidad, pretende ser una llamada de atención a los padres.
«Educar es para toda la vida». Esta es una de las afirmaciones que más se repite. Una obra dirigida «fundamentalmente a los padres», pero en la que los hijos también pueden aprender. «Espero que a la gente le sirva, por lo menos para conocer cómo está el patio. Y a los chavales que se les caiga el mito de que como son menores no les pasa nada. Son personas con derechos y obligaciones», asegura el juez.
Calatayud tiene claro que los responsables de la educación de los hijos son los padres, que no pueden delegar en terceros. «Los hijos nos ponen pruebas de fuerza desde que nacen», insiste. Sin embargo, reconoce que en su educación también intervienen otros actores de la sociedad. Por eso se muestra preocupado del «daño» que los medios de comunicación hacen a los jóvenes. «Transmiten el mensaje de que todo vale. No se habla del esfuerzo, del trabajo», insiste. Y pone como ejemplo el caso de los porros. «Parece que es algo de intelectuales», critica.
El juez también aborda el problema de los denominados 'ninis', jóvenes que no quieren hacer nada. «No quieren estudiar, no quieren trabajar y le amargan la vida a los padres», explica. Calatayud tiene claro cómo deberían actuar los progenitores. «Recomiendo a los padres que no hay que alimentar a un parásito, que se busque la vida».
Delitos
Uno de los pocos efectos positivos de la crisis es el descenso del número de delitos de menores. Calatayud lo achaca a varios motivos. En primer lugar a que los niños han vuelto a la escuela. «Para nosotros fue una época muy dura los años 2005 a 2007, cuando chavales con 16 años terminaban la escuela sin ninguna titulación y se iban a trabajar a la obra, donde les pagaban 1.500 euros». Para Calatayud, estos chavales «más brutos que un arado» con ese dinero en el bolsillo se convertían en «una bomba de relojería».
Según el magistrado, la crisis también ha provocado que exista un mayor control familiar. «Las circunstancias económicas provocan que muchas veces los padres tengan que decir que no a los hijos. Mientras que antes se les daba todo». Por último, Calatayud tira de ironía para explicar otro motivo para la reducción de los delitos: «No hay víctimas, se lo han llevado todo ya».
A pesar de que la delincuencia general ha bajado, en el libro el juez recoge el aumento de las agresiones a los padres. De hecho, en 2012 el 16,6% de los expedientes abiertos en la Fiscalía de Menores tenían que ver con esta violencia. Y aquí, el juez Calatayud vuelve a apostar por la justicia: «Los padres, cuando han agotado todas las vidas de educadores, de psicólogos y el niño está convirtiendo la vida familiar en un infierno, mi consejo es denunciarlo». Reconoce que es duro, pero considera que la mayoría de los chavales «salen para adelante».
Calatayud insiste en que estas agresiones son típicas de clase media y media-alta y pone un claro ejemplo: «Nunca he condenado a un gitano por pegar a sus padres». Pero, ¿qué dicen esos jóvenes? «Ellos reconocen los hechos». En su opinión el problema radica en que estos menores no son conscientes de las obligaciones que tienen. Por eso él les lee el artículo 155 del Código Civil en el que se recoge que los hijos deben obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad y respetarles siempre.
En cuanto a los delitos informáticos, Calatayud advierte de que hay adolescentes totalmente enganchados al móvil y a internet. «Eso es una droga y hay chavales que tienen necesidad de tratamiento», reconoce. Además, insiste en que es un instrumento «muy peligroso para cometer hechos delictivos». Alerta sobre los delitos de contenidos pornográficos, injurias, chantajes y amenazas. Y lamenta que aún se denuncien poco.