De la patera a la valla, y entre medias el cayuco
Desde los 90 los flujos de inmigración clandestina han sido muy cambiantes, dependiendo siempre de la respuesta policial
MADRID.Actualizado:¿Por qué ahora las vallas de Ceuta y sobre todo Melilla? No hay una sola respuesta, pero los expertos de las ONG y los mandos de las fuerzas de seguridad coinciden en que un factor determinante es lo que denominan la teoría de los vasos comunicantes. Cuando se ejerce presión policial en una vía, las mafias canalizan los flujos de sin papeles a nuevas rutas para entrar en Europa.
La teoría de los vasos comunicantes explica en buena medida la historia de la inmigración clandestina en España en los últimos 25 años. Lejos quedan los años 90 y principios del nuevo siglo en los que casi la única vía de entrada a España era las costas andaluzas, donde llegaron a desembarcar hasta diez millares de inmigrantes por año, aunque las estadísticas de la época son poco fiables. La implantación del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), la red de radares para localizar pateras, provocó primero que las mafias dejaran las costas de Cádiz para embarcar a los inmigrantes en viajes más largos y peligrosos hacia las playas de Málaga, Granada, Almería e, incluso, Murcia.
El despliegue completo del SIVE en las costas peninsulares provocó un nuevo vuelco en la inmigración, con un claro punto de inflexión entre 2002 y 2003, cuando Canarias se convirtió en la más importante puerta de entrada a España. Solo en 2003, alcanzaron el archipiélago 9.555 extranjeros. La nueva ruta, la de los cayucos que partían del Sahara Occidental, era muchísimo más larga y peligrosa, pero pronto copó los dos tercios de entradas irregulares en el país.
El rumbo de los flujos cambió de nuevo en 2005 y 2006. El Gobierno logró cerrar acuerdos con países de salida de la inmigración como Senegal, Malí, Argelia y Mauritania y, sobre todo, convenció a Marruecos para que intensificara el control de sus costas para evitar la salida de cayucos. Esto hizo que las embarcaciones comenzaran su periplo desde mucho más lejos, desde Mauritania, para aventurarse en un viaje incierto a través del Atlántico de más de 1.500 kilómetros, diez veces más que la distancia a cubrir desde el Sáhara.
Nuevo cambio
La extrema peligrosidad y el altísimo coste de esos viajes hicieron que poco a poco la demanda fuera cayendo y fue lo que impulsó a las mafias a fijarse en unas vallas que nunca habían dejado de estar en su centro de atención.
Los primeros asaltos a los perímetros datan de 2005. Ya en septiembre de ese año el Gobierno de Zapatero presentó el primer vallado supuestamente antisaltos. La construcción de este triple muro y la elevación del perímetro hizo disminuir la presión de la inmigración. O mejor dicho, trasladarla a otro lado, al sur de Italia.
Pero una vez, el coste de esos viajes hizo disminuir el flujo. La inmensa mayoría de los inmigrantes que llegan al norte del continente, la mayoría a pie, no tienen dinero para pagar un sitio en una embarcación. Y la única oportunidad, al menos para los jóvenes, es el asalto a las vallas.
Fuentes de la inteligencia española cifran en 30.000 los africanos que aguardan en los bosques de Marruecos su oportunidad para lanzarse contra la alambrada. Algunas ONG los reducen a 10.000. Las estadísticas más fiables de lo que está ocurriendo en las dos ciudades norteafricanas las dio hace unos días la Asociación Pro Derechos Humanos de España.
En 2013 ambas ciudades recibieron a 4.354 inmigrantes, el 57% de los que subsaharianos que entraron de forma irregular a España. Sin embargo, todavía el año pasado, el 75% de los inmigrantes que llegaron a las dos ciudades lo hizo con zodiac o barcas de juguete. Solo 1.189 se atrevieron con las vallas. El aumento del control marítimo en Ceuta y Melilla, vaticinan en la Guardia Civil, hará que en 2014 el asalto sea la fórmula estrella. De nuevo, la teoría de los vasos comunicantes parece explicar buena parte de lo que ocurre.