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«Las pinturas de Altamira siguen estando muy vivas»

Tras doce años cerrada, cinco personas escogidas al azar han accedido a la cavidad milenaria

PILAR CHATO / ÁLVARO MACHÍN
SANTANDERActualizado:

"Sientes el peso de la historia", "se te pone la piel de gallina", "las pinturas siguen estando muy vivas". Son algunas de las frases con las que los cinco elegidos para entrar en Altamira han descrito sus impresiones tras visitar la cueva. Parcos en palabras y más emocionados que elocuentes, los priemros visitantes de la cueva en 12 años han tratado de trasladar cómo se han sentido y lo que han visto. Todos habían pasado antes por la neocueva y han coincidido en algo, las pinturas son iguales, pero no es lo mismo. El original mantiene ese margen para el misterio y la magia de la oscuridad de la cueva verdadera. Sentir que los pasos reproducen los de aquellos que habitaron Altamira hace 18.000 años y dejaron una forma de expresión para asombrar al mundo.

Vestidos con monos desechables blancos, mascarillas y zapatos especiales han entrado en Altamira poco antes de la una de la tarde tras ser bien aleccionados y pasar también por la réplica. A la entrada, posado para la historia; y a la salida, una rueda de prensa, porque hoy todos los ojos estaban puestos en ellos. Hoy en el museo había cerca de 40 medios acreditados y se están recibiendo consultas desde Eslovaquia, Alemania, Francia o Argentina.

El primero en tomar la palabra ha sido el catedrático de instituto jubilado, Antonio Díaz. Estaba convencido de que iba a ser elegido en el sorteo y ha admitido que estaba encantado de haber podido entrar tras 35 años viviendo en el norte. Los colores de las pinturas, "como si las hubieran hecho ayer", es lo que más le ha impresionado. Para Andrea Vicente, que hoy acudió a Altamira acompañada de su padre para poder participar del sorteo, "es emocionante pensar que estás viendo algo tan importante y tan único. Te pone la piel de gallina”, ha indicado a preguntas de los decenas de periodistas que hoy se han concentrado en Altamira.

A Carolina Pardo, una malagueña que estudia derecho en Granada, lo que más le ha impresionado es la “pasión” que han demostrado los empleados y guías del museo. Ha dicho que la sensación en el interior es “más fuerte” que en la réplica. “Comprendo que lo llamen la capilla sixtina del arte rupestre”, ha concluido. En el grupo, dos periodistas que optaron por comprar una entrada y el azar les ha recompensado con el privilegio de entrar en Altamira. Doble emoción, pues no solo han podido realizar la visita sino que serán los únicos que podrán contar en primera persona a sus lectores lo que han visto, sentido y experimentado.

Dos periodistas en la cueva

Uno de ellos es el redactor de El Diario Montañés Álvaro San Miguel, que en las páginas del periódico contará mañana cada detalle. Pero para ir abriendo boca ha admitido que “notas la presencia de la historia”. En su opinión como cántabro “no te debes morir sin ver Altamira” y al final no ha podido evitar ironizar con la “envidia” que deben sentir sus compañeros gracias a su material de primera mano. El otro periodista es Javier Ors, redactor del diario la Razón, que ha ofrecido una visión diferente ya que él sí conocía la cueva. Había estado en ella durante la época anterior en la que sí era visitable. Por eso todo el mundo le ha insistido en si ha notado diferencias. “No soy científico”, ha insistido. Pero sí ha explicado que las pinturas tienen toda la fuerza, que el original es igual pero no es lo mismo que la réplica, “no se puede sustituir”. Ors es quien ha hablado de la teatralidad que encierra la visita a Altamira, los juegos de luces que se van abriendo para mostrar cada tesoro. "Vine a Cantabria para trabajar y me he encontrado la sorpresa de ser parte del reportaje", reflexionaba.

La visita les ha parecido muy corta, como también se lo ha parecido a Maria Luisa Cuevas, la guía del Museo de Altamira que ha dirigido la visita. “Yo quería enseñarles más”, ha dicho esta funcionaria que lleva 41 años trabajando en las cuevas. Junto a ella en esta ocasión ha entrado otra guía, Marta, que, armada de un cronómetro, ha sido la encargada de controlar taxativamente cuánto permanecían en cada estancia de la cueva. Ahora tocan las mediciones, no solo con el efecto de estos cinco primeros visitantes, sino con el de todos aquellos que seguirán entrando, un día a la semana, por sorteo hasta el próximo mes de agosto. Los resultados de este experimento determinarán si la cueva vuelve o no a abrirse a las visitas del público general.

37 minutos

Durante los doce años que la cueva lleva cerrada solo unos pocos investigadores han entrado en este santuario del arte rupestre que vuelve a abrirse de forma experimental para estudiar cómo le afecta la presencia de las personas. Decenas de sensores seguirán sus movimientos y respiración, y los posibles cambios en la cavidad. Desde el museo se ha confirmado ya que los sorteos no siempre serán los jueves, sino que irán rotando entre los diferentes días de la semana.

La guía María Luisa Cuevas ha explicado que la cueva tiene 270 metros, de longitud de los que se mostrarán 200 antes de llegar a la sala de polícromos. Y aunque hay muy poco tiempo, 37 minutos, la guía ha indicado que va a intentar mostrarle otros grabados y figuras en negro que hay en la cavidad y que también son muy importantes.

Las visitas serán aleatorias y se desarrollarán hasta el mes de agosto, fecha en la que está previsto finalice el Programa de Investigación para la Conservación Preventiva y Régimen de Acceso de la Cueva de Altamira puesto en marcha en 2012, bajo la dirección científica del experto Gaël de Guichen. Se prevé que, hasta entonces, un total de 192 personas participen en el estudio, ya que el objeto de las visitas es analizar el impacto que la presencia humana puede ocasionar sobre la conservación de este bien Patrimonio Mundial de la Humanidad desde al año 1985.