Y PACO SE FUE FELIZ
Actualizado: GuardarAún no he podido asimilar lo que va a suponer que Paco ya no esté con nosotros. Sobre todo, porque ha pasado poco más de medio año desde que me confesó, dándome un abrazo: «Soy muy feliz en este momento». Nos estábamos despidiendo después de una de las clausuras más emocionantes que ha tenido el Festival de Jazz: aquella jam session, de más de una hora, con Chick Corea. Un concierto que ha sido elegido como el mejor de 2013 en Europa por la revista 'Jazz Magazine'.
Antes de aquella despedida habíamos cenado en una sidrería, porque él se mostraba enormemente agradecido cuando se trataba de comer en Vitoria. Lamentaba lo mal que comía cuando estaba de gira por el mundo, pero solía decir: «Cuando llego a Vitoria tengo la garantía de que voy a disfrutar».
Pero quienes verdaderamente disfrutamos fuimos todos los que habíamos estado en Mendizorroza. Ese 20 de julio de 2013 quedará como el último concierto de Paco de Lucía en esta ciudad, que él adoraba por la calidad de un público que, según decía, reaccionaba muy bien ante su música. Y eso que cada vez que vino al Festival se encontraba con una «guindilla», como definió Paco nuestra ocurrencia de invitar a un músico de jazz para que tocara con él.
En 2001 se cumplía el 25 aniversario del Festival y lo celebramos con el encuentro de Paco de Lucía y Chick Corea -que repetirían en la última edición-. En 2004 regresó el maestro y tocó con dos catedráticos de la Juilliard: Terell Stafford y Wycliffe Gordon. Después de este concierto nos invitó a cenar el Centro Andaluz Séneca, una cita a la que también asistió Chano Domínguez, que había actuado dos días antes. Ya en los postres, no pude resistir plantearle a Paco su próxima «guindilla» en Vitoria: Wynton Marsalis. «Pero ¡si es un bicharraco!, Chano, ¿tú qué opinas?», dijo con sorna el maestro. La respuesta del pianista gaditano fue definitiva: «Maestro, no tengas ningún miedo porque Wynton nunca te va a perder el compás». Al salir, cuando estaba a punto de montarme en el coche, oí un grito de Paco: «Iñaki, adelante con lo de Wynton».
Y así es como empezamos a trabajar en el que ha sido uno de los conciertos con mayor nivel y calidad musical que se haya celebrado en Vitoria. No fue fácil hacer coincidir a dos genios en el mismo momento y lugar, pero el 11 de julio de 2006 lo conseguimos. Recuerdo también aquella sonrisa, cómplice y esperanzada, de Wynton cuando le sugerí que Paco participara en la Vitoria Suite. Y lo hizo, en dos temas. En 2010, Paco regresaría para un nuevo encuentro, esta vez con Sherman Irby y Marcus Roberts, que resultó fantástico.
Además de la magia que se creaba en el escenario de Mendizorroza con las jam sessions, lo que más satisfacción me producía era ver cómo se le iluminaba la cara, cómo sonreía de oreja a oreja. Y éste era mi argumento para convencerle de que tenía que volver. Todos los amantes de la música hemos perdido a un genio, a un creador y a un intérprete único, pero yo además, he perdido a un amigo. El porqué de esa amistad es nuestro secreto: el de Paco y el mío.