Cientos de refugiados de Yarmouk esperan largas colas para recibir un paquete de alimentos. :: AFP
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La «realidad» siria golpea otra vez

DAMASCO. Actualizado: Guardar
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El conflicto sirio sumó ayer 175 nuevas víctimas a una incesante lista, que ya supera los 3.300 fallecidos en los dos últimos meses, según los datos facilitados por el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH). La última matanza se produjo cerca de Damasco después de que el ejército del régimen tendiese una emboscada a un comando rebelde, entre los que se contaban «saudíes, cataríes y chechenos», precisó la agencia oficial Sana.

El enfrentamiento, uno de los más letales de los últimos meses, tuvo lugar en el bastión rebelde de Ghuta Oriental. Según la nota oficial, el ejército «localizó a terroristas del Frente Al Nusra (yihadistas) y del Liwa al Islam (islamistas)» y lanzó contra ellos un ataque que dejó « 175 muertos y numerosos heridos». La televisión estatal había informado previamente de «decenas» de muertos en una «emboscada bien preparada», versión confirmada horas después desde Londres por el OSDH, que trabaja con una red de contactos dentro del país.

También ayer la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (Unrwa, por sus siglas en inglés) publicaba una serie de fotografías en las que se mostraba la dura realidad que sufren los residentes del campo de refugiados palestinos de Yarmouk, próximo a Damasco, que lleva meses aislado y asediado. «Es imposible no quedar tocado por las escenas apocalípticas que nos llegan. Son imágenes épicas y personales», explicó el portavoz de la agencia de Naciones Unidas, Christopher Gunnes, al ser preguntado por una fotografía tomada el pasado 31 de enero en la que se ve a cientos de refugiados esperando la entrega de los paquetes de alimentos en una calle en la que todos los edificios están destrozados por la guerra. Desde el 18 de enero, la Unrwa ha conseguido repartir un total de 7.043 bultos.

Las últimas imágenes publicadas por la agencia muestran «la realidad» que vive el campo de refugiados. «Filas y filas de gente demacrada, siluetas apiñadas mugrientas y enfadadas, frente a los rostros delicados y hambrientos de niños haciendo cola para los paquetes de alimentos; la imagen de una madre afligida por la muerte de su hijo, las lágrimas de un padre que se reencuentra con su hija pérdida desde hace tiempo», enumeró Christopher Gunnes.