Putin juega a la guerra por Ucrania
El líder del Kremlin eleva su amenaza al nuevo poder en Kiev al poner tropas en alerta mientras crece la tensión en Crimea
SEBASTOPOL.Actualizado:Vladímir Putin echó ayer gasolina para apagar el incendio que vive Ucrania y, sobre todo, la península de Crimea. La orden del presidente ruso de poner en estado de alerta a sus tropas se percibe en Kiev como una amenaza, por mucho que después el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, intentara quitar hierro al asunto. Putin, como comandante en jefe, dispuso que las tropas destacadas en el Distrito Militar Occidental fueran puestas en estado de alerta. La región castrense concernida cubre desde San Petersburgo y los países vecinos del Báltico, Finlandia y Bielorrusia hasta la frontera con Ucrania. Según Shoigú, el jefe del Kremlin pretende así «verificar» que el Ejército en esa zona se encuentra «preparado para el combate». Los ejercicios durarán hasta el lunes próximo.
Al no existir tensiones entre Rusia y sus vecinos del noroeste y oeste, en Ucrania no se ve otra justificación a la expeditiva medida de Vladímir Putin que intimidar a las nuevas autoridades de Kiev. «Aquí se percibe directamente como una amenaza», señaló el politólogo ucraniano Víctor Sokolov. La polvareda internacional levantada por la bravuconada forzó al titular de Defensa a salir para apaciguar los ánimos y explicar que la comprobación sobre el nivel de preparación de las tropas en el Distrito Militar Occidental «no está vinculada con los acontecimientos en Ucrania», admitiendo, eso sí, que las maniobras se desarrollarán cerca de su frontera.
El ministro de Defensa ruso añadió que también están en máxima alerta el 2º Ejército de la circunscripción militar Centro y los mandos de la Fuerza Aérea, las Fuerzas Aerotransportadas, la Aviación Estratégica y la de Transporte. El comandante en jefe, dijo Shoigú refiriéndose a Putin, «ha puesto ante nosotros la misión de comprobar la disposición combativa de las tropas en acciones para resolver situaciones de crisis que puedan suponer una amenaza para la seguridad del país».
En ese contexto, el titular ruso de Defensa habló de la importancia de «garantizar la seguridad» de las bases rusas en el extranjero, incluida la Flota del Mar Negro, anclada en el puerto de Sebastopol (Crimea). Cada vez que ha habido cambios en la dirección de Ucrania con orientación prooccidental, Moscú ha reaccionado de forma obsesiva ante la posibilidad de perder Sebastopol o tener que pagar un arrendamiento más elevado.
Con el depuesto presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, Rusia logró prorrogar hasta 2042 el contrato para el mantenimiento de la Flota del Mar Negro en Crimea, que expiraba en 2017. «Estamos siguiendo muy de cerca lo que está pasando en Crimea», advirtió Shoigú. «Hemos reforzado la seguridad de las instalaciones, las infraestructuras y los arsenales».
«No pasarán»
Los ánimos en Crimea se crispan cada vez que Rusia siente amenazado su enclave de Sebastopol y esta vez la agitación parece empezar a desbordarse. «Nos quieren dictar desde Kiev las nuevas autoridades en qué idioma tenemos que hablar sin tener en cuenta nuestras sensibilidades», comenta en Simferópol, la capital de Crimea, Serguéi, un hombre de unos 60 años que observa a distancia la manifestación organizada frente a la Rada (asamblea) peninsular. «Somos rusos y nuestros conciudadanos están llegando desde Sebastopol, Evpatoria, Feodosia y otras parte de Crimea para apoyar un referéndum que nos permita separarnos de Ucrania y unirnos a Rusia», anticipa.
Lidia, una anciana que afirma haber conocido en Crimea a los 'niños de la guerra' que llegaron a la URSS durante la Guerra Civil de España, recuerda que cuando existía «la Unión Soviética no nos preocupaba quiénes pudieran ser los dirigentes en Kiev o Moscú. Vivíamos en paz, pero ahora, con la llegada al poder en Ucrania de fascistas como los de 'Pravi Séktor' (sector de derecha) o Svoboda (libertad) nos tememos lo peor». «No pasarán», proclama Lidia en español.
La concentración en el centro de Simferópol exigiendo a los diputados locales que aprueben una consulta sobre el futuro de Crimea reunió a unas 4.000 personas. Casi la mitad de los asistentes eran tártaros, los habitantes autóctonos de la península. Un sector de ellos está con Rusia, pero los que estaban ayer apoyan a Kiev y se desgañitaban vociferando «Allahu akbar». «Coincidimos con los de Kiev en que había que echar abajo el régimen de un ladrón como Yanukóvich, pero nos preocupa el talante xenófobo y ultranacionalista de muchos de los que están en el Maidán», decía el joven Envier.
Tártaros y rusos estuvieron cerca de llegar a las manos. Un hombre murió de un infarto en una avalancha. «Rusia, Rusia» y «Bérkut, Bérkut» fueron los gritos más coreados entre los prorrusos en Simferópol. Mientras tanto, el GKiev disolvió ayer a los Bérkut (águila), el cuerpo antidisturbios al que se atribuye gran parte de las muertes durante la violencia en el Maidán.