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«No he visto un presidente tan pagado de sí mismo, con tanto sufrimiento debajo»

Rubalcaba se zafa del argumento de la «herencia recibida» y defiende que Rajoy tenía alternativa para luchar contra la desigualdad

MADRID. Actualizado: Guardar
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«¿En qué país vive usted?». A bocajarro y sin mediar saludo. Alfredo Pérez Rubalcaba no discutió la veracidad de las cifras macroeconómicas con las que Mariano Rajoy condimentó su relato sobre los «aciertos» del Gobierno. Al menos no en su totalidad. Pero el líder de la oposición sí se esforzó por hablar de otra realidad, la de lo cotidiano y lo doméstico. Frente a los datos sobre visitas turísticas, inflación, confianza o prima de riesgo, el líder de la oposición habló de una ciudadanía empobrecida y una sociedad cada vez más desigual, del aumento de la precariendad laboral, de la pérdida del poder adquisitivo de los pensionistas y la clase media y, en resumen, de un estado general de desesperanza.

«No he visto a un presidente tan pagado de sí mismo que tenga debajo tanto sufrimiento», le espetó en uno de sus turnos de réplica. «¿La becaria que ha perdido su beca a pesar de haber aprobado todas las asignaturas cree que yo soy agorero o que su política es injusta? ¿El joven que tiene que irse al extranjero y a los tres meses pierde la tarjeta sanitaria cree que yo soy agorero o que su política es injusta? ¿Un trasplantado que tiene que pagar por sus medicinas? ¿Una familia con un hijo con parálisis cerebral que ha perdido la mitad de las ayudas, qué cree que pensará?», le dijo.

Apenas nada en el discurso del secretario general del PSOE sonó a nuevo. Es prácticamente lo que viene repitiendo una y otra vez en distintos actos de su partido en los últimos meses. La diferencia es que el Debate sobre el estado de la Nación le dio la oportunidad de crear una batería coherente de argumentos para disparar durante casi hora y media -algo que casi ninguna otra sesión parlamentaria permite- y sin tener que recurrir a leer papeles contra un presidente del Gobierno parapetado tras la frialdad de los números. Y eso es lo que entusiasmó a los suyos. Nunca, desde que fue nombrado secretario general, había sido tan elogiado en sus filas.

Rubalcaba, que siempre ha tenido que hacer frente al reproche de Rajoy por la «herencia recibida», trató de zafarse esta vez de esa letanía con dos ideas: la de que no es cierto que el Ejecutivo del PP haya hecho «lo único que podía hacer» dadas las circunstancias, en contra de su voluntad, y la de que los socialistas dejaron derechos y libertades que debían haber sido «preservadas» como la sanidad universal, la ley de dependencia o la ley del aborto.

Sueños de la derecha

Entre sus principales reproches, aun así, estuvo el de la reforma laboral. Los socialistas tienen perfectamente detectadas las decisiones del Gobierno que más han irritado a los españoles. Las han medido a través de encuestas cualitativas para las elecciones europeas del 25 de mayo. Y esa es una de ellas. Por eso el líder del PSOE le dedicó un apartado especial. «El primer año, en recesión -recriminó- abarató el despido y los empresarios se hincharon a despedir; luego vino la precariedad: el contraro fijo pasa a ser temporal y el temporal a tiempo parcial, que además implica hasta un 30% de horas complementarias, es decir se trabajan las mismas horas a la mitad de sueldo». La alternativa, añadió, era un pacto de rentas al que se habían mostrado dispuestos los sindicatos para moderar salarios pero también beneficios.

Rubalcaba se refirió a las subidas de impuestos, a los recortes en sanidad y educación, a la ley de seguridad ciudadana vapuleada por el Consejo General del Poder Judicial, a las sospechas de financiación ilegal del PP, a la actuación de la Guardia Civil en Ceuta y al «problema territorial» que tiene a Cataluña en su epicentro. Pero sobre todo se centró en lo social. Y buscó el cuerpo a cuerpo con Rajoy al que acusó de poner en práctica aquello que la «derecha» siempre soñó con la crisis como «coartada» y la mayoría absoluta como rodillo.

Fue la imagen de un Aznar autoritario lo que, a juicio de los socialistas, tumbó al PP en 2004, y el líder de la oposición presentó a Rajoy como un lobo con piel de cordero. El golpe de efecto, un texto publicado en 1983 del propio presidente en el Faro de Vigo: «Que los hijos de buena estirpe superaban a los demás ha sido confirmado más adelante por la ciencia (...) ya nadie pone en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual».