Renzi irrumpe con desparpajo en el Senado
Obtiene la confianza a su nuevo Gobierno en la cámara de mayoría más ajustada con un discurso desenvuelto y rompedor
ROMA.Actualizado:Matteo Renzi pisó ayer por primera vez el Parlamento, porque nunca ha sido diputado y ha pasado directamente a primer ministro. Iba a pedir el voto de confianza para su nuevo Gobierno, destinado según él a revolucionar Italia. Por eso había ganas de ver cómo se desenvolvía este impertinente advenedizo en el faraónico hemiciclo del Senado, una buena metáfora inicial de la empresa colosal que se dispone a afrontar. Pues bien, lo hizo de perlas. Hoy le toca la Cámara de Diputados pero lo peor ha pasado, porque el Senado es donde tiene la mayoría algo raspada.
Ayer, más que un programa, que también, estaba en juego una prueba de estilo y autoridad, y Renzi salió airoso. Estuvo tan chulito como siempre, nada acomplejado, soltó algunas puyas y metió mucha caña a los senadores como una especie de vieja casta llamada a desaparecer, pues se propone acabar con el Senado tal como es ahora, una cámara de igual peso a la de los Diputados. «Espero ser el último primer ministro que viene aquí a obtener la confianza», espetó, tras recordar que a sus 39 años, según las reglas italianas, él no puede ser senador, un escaño al que sólo se opta a partir de los 40. De repente parecieron todos mucho más viejos, de otra época.
Lanzó una serie de promesas rompedoras. Algunas parecían estudiadas con un gabinete de imagen, como visitar cada miércoles una escuela y ponerse como «punto de partida» de su Gobierno nada menos que «devolver el prestigio perdido a los profesores». Su discurso tuvo mucho de alcalde, que es lo que hacía hasta ahora en Florencia. Pero resultó refrescante ante el muermo de los rituales de la política italiana. Igual que su desparpajo, a menudo con la mano en el bolsillo y un discurso casi improvisado de más de una hora. Sabe que su baza es la credibilidad y aparece siempre convencido de lo que dice y hace. Hasta arriesgó con una frase lapidaria: «Si perdemos este desafío la culpa será sólo mía».
En su programa de impacto para reactivar la economía puso en primer lugar el pago «total», silabeó con fuerza, de toda la deuda de la administración con las empresas, un problema muy sentido. También la creación de un fondo para dar crédito a las pequeñas empresas.