Apuntes

Siguen con fuerzas

El colectivo de exDelphi que aún no ha sido recolocado no arroja la toalla y está dispuesto a plantarle cara a la Junta en los tribunales

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Siete años son demasiados si se trata de cumplir con una promesa, firmada y lacrada con el membrete de una administración. Siete años son demasiados para una familia que busca desesperadamente no ser engullida por las fauces de la exclusión social y se agarra a ese montón de papeles que en su día, el jefe de su Gobierno regional, le firmó y le aseguró que sería su salvoconducto para escapar del paro. Siete años son demasiados para seguir confiando y si encima, transcurrido ese tiempo, te dicen que de lo dicho y escrito, nada de nada; el enfado, por definirlo sin recurrir a palabras malsonantes, es mayúsculo.

Siete años son demasiados para el aguante de cualquiera que espera una respuesta y qué casualidad que ésta llega, en forma negativa, después de tanto tiempo y con citas electorales demasiado lejos en el horizonte. El colectivo de trabajadores de Delphi fue engañado o quiso creerse algo que sonaba desde el principio a monsergas que no garantizaban nada. Las urnas achuchaban, había que decir algo, salir y hacerse la foto de la paz social. Quedaba muy lejos la hora en la que no hubiera recursos en la caja para seguir tapando bocas. Pero llegó ese día, en el que no había para seguir dando un trato diferenciado a unos desempleados frente a otros. La lista de parados es tan grande -Andalucía encabeza la lista- que no quedaba bien ni para la imagen de la Administración que dice luchar por la clase obrera, seguir protegiendo a un grupo de parados.

Sin embargo, ese colectivo, que ha ido menguando con los años y que ya no es capaz de sacar de sus casas para que les acompañen en una concentración a los que antaño fueron sus compañeros de factoría, hoy jubilados o recolocados ; siguen esgrimiendo ese montón de papeles con el mismo ahínco que lo haría tu entidad financiera si dejas de pagar la hipoteca, aunque tu casa haya saltado por los aires y no quede ni rastro de ella. Porque hasta para cumplir obligaciones, hay clases y clases.