El Maidán tampoco se fía de la oposición
El centro de la capital recobra poco a poco la normalidad mientras cientos de personas recuerdan a los 82 muertos en el conflicto
KIEV. Actualizado: GuardarUn día después del derrocamiento de Yanukóvich, con la fecha de las elecciones fijada para el 25 de mayo y el Parlamento bajo el control de la oposición, en la plaza de la Independencia de Kiev, el Maidán, no hay signos de que los manifestantes estén dispuestos a desmantelar las barricadas e irse a casa. «Primero tenemos que ver cómo evoluciona la situación porque dentro de la oposición hay quien solamente quiere ponerse en el lugar de los que se han ido para hacer lo mismo; robar y enriquecerse», asegura Serguéi, guardián de una de las barricadas instaladas en la calle Kreshatik.
A su lado, un militante de la organización nacionalista Spilna Sprava (Causa Justa), lo tiene claro: «Hasta que Yanukóvich no esté en la cárcel y los asesinos que mataron a nuestros compañeros comparezcan ante la Justicia no nos iremos de aquí». Este mismo argumento es el que defienden el resto de las organizaciones ultras del Maidán como Pravi Séktor (Sector de la Derecha) o Svoboda (Libertad). Los seguidores de la exprimera ministra, Julia Timoshenko, tampoco piensan irse, pero no tienen muy claro por qué. Se limitan a decir que ella así lo ha pedido.
Pese a las amenazas de los manifestantes, el alcalde de Kiev, Vladímir Makéyenko, anunció que los trabajos para retirar las barricadas, limpiar las calles y arreglar los desperfectos provocados por la revuelta y los enfrentamientos con la Policía comenzarán hoy mismo. «Eso sí, se harán de acuerdo con el deseo de los ciudadanos», precisó.
Ayer, día de luto por los 82 muertos habidos durante el conflicto, acudieron al Maidán más personas de lo habitual, muchas llegadas desde otras regiones del país. Un gran número llevaba flores para depositar en los lugares donde cayeron los manifestantes fallecidos. Otros llegaron hasta allí con la única intención de ver el escenario de la protesta y hacer fotografías. Julia, una mujer de unos 45 años, se muestra satisfecha por la «victoria» de la revuelta. «Ahora necesitamos un sistema más justo, mayor respeto a la ley y democracia», asegura, consciente de que sobre Ucrania se ciernen amenazas como la partición del país.
El ambiente en el centro de Kiev era por fin de distensión. Los visitantes hacían cola para pasar a través de los estrechos pasadizos abiertos en las barricadas. Los comercios y cafeterías, que llevaban semanas cerrados, volvieron a abrir ayer sus puertas. Un poco más arriba, enfrente de la Rada, muchas personas escuchaban la marcha de las sesiones parlamentarias a través de altavoces colocados en el exterior. Un grupo de manifestantes portaban pancartas en contra de Julia Timoshenko. Aparecían los rostros de la ex primera ministra ucraniana y del presidente ruso, Vladímir Putin, con el signo igual en medio de ambos.
Otro lugar muy visitado por la gente fue la residencia de Yanukóvich en Mezhigorie, a 20 kilómetros al norte de Kiev. Tanto el sábado como ayer fueron declarados días de «puertas abiertas» en la mansión presidencial. No había retretes ni grifería de oro, pero sí muebles de lujo y elementos de alto confort. Para llegar a Mezhigorie había que soportar enormes atascos debido a la gran cantidad de curiosos y periodistas que se trasladaron al lugar. La Rada decidió ayer devolver la mansión al Estado.
La única nota violenta en la jornada de ayer fue el intento de radicales del Maidán de ocupar el Monasterio de Kievo-Pechérskaya Lavra, el santuario más importante de Ucrania, para ponerlo bajo la tutela del Patriarcado de Kiev.