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Marcha prorrusa en la ciudad de Simferopol, en Crimea. :: REUTERS
MUNDO

La economía reclama ahora toda la atención

La Unión Europea y el FMI reiteran sus ofertas de ayuda financiera a Kiev, condicionadas por la próxima lucha electoral y la corrupción en el país

R. C.
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Ahora que la situación política de Ucrania ha alcanzado una cierta calma después de unas jornadas de vértigo político y del estallido de violencia que sembró el centro de la capital de decenas de muertos, la frágil economía del país, amenazada de quiebra y dependiente de la ayuda de Rusia, regresa al primer plano para reclamar toda la atención de los 'padrinos' occidentales que han venido alentando a las autoridades de Kiev para que abandonen la órbita del Kremlin y apuesten decididamente por Europa.

El principal reto lo afronta la Unión Europea, aunque de momento los representantes comunitarios escatiman mensajes realmente tranquilizadores para Kiev. El vicepresidente de la Comisión y responsable de Asuntos Económicos, Olli Rehn, se fue ayer por las ramas al asegurar que Ucrania recibiría algún día una propuesta para unirse al club, una oferta que, en este momento, no gozaría del respaldo unánime de los Estados miembros. A la rimbombante frase del presidente polaco, Donald Tusk -«Asistimos en Ucrania al primer sacrificio de vidas por la integración europea»- sólo respondió el silencio del resto de países de la UE.

«El pueblo ucraniano ha demostrado su compromiso con los valores comunitarios», subrayó Rehn, para reiterar después la oferta de asistencia por valor de 610 millones de euros que se planteó en noviembre pasado al ahora destituido presidente ucraniano. Víctor Yanukóvich la consideró insuficiente y se negó a firmar el Acuerdo de Asociación con la UE, lo que activó las protestas en las calles de Kiev que han conducido al día de hoy.

El Fondo Monetario Internacional también se dice preparado para respaldar al nuevo poder si Ucrania lo reclama, pero su directora, Christine Lagarde, avanza la tradicional exigencia de «importantes reformas económicas» de las que ya se escabulló Yanukóvich, en forma de reducción de subsidios al gas y modificaciones de impuestos. En cualquier caso, coinciden los analistas, para cualquier acuerdo será necesario un gobierno que pueda firmarlo. No lo habrá en Kiev hasta después de las presidenciales que el Parlamento ha fijado para el 25 de mayo. Las continuas advertencias de estos días sobre la posibilidad de una desintegración territorial del país traslucen la preocupación occidental por las grandes industrias situadas en la zona oriental y prorrusa.

La irrupción en la convulsa escena política de la ex primera ministra Julia Timoshenko y la incertidumbre sobre su papel y el del resto de fuerzas hasta ahora opositoras que se embarcarán en una campaña para la presidencia plantean también riesgos tanto para la economía como para las eventuales propuestas de ayuda. Responsables europeos recuerdan a la agencia Reuters que la etapa de Timoshenko como primera ministra, después de la Revolución Naranja de 2005, difícilmente puede considerarse menos corrupta que la que acaba de cerrarse con Yanukóvich.