Una musa revolucionaria en silla de ruedas
La ex primera ministra Timoshenko ofrece al quedar libre un aspecto desvalido, en el que sólo la eterna trenza remite a su antigua imagen
Actualizado: GuardarA fuerza de llegar al poder y perderlo de manera dramática, Julia Timoshenko se ha convertido en una suerte de heroína trágica a los ojos de Occidente. Su aspecto a la salida ayer del hospital en el que se hallaba recluida, a dos horas de avión de Kiev, apenas resiste ya la comparación con la musa de la 'Revolución Naranja' de 2005 cuya imagen dio la vuelta al mundo.
Las imágenes obtenidas en el aeropuerto de Járkov, a su llegada a la capital y después ante las masas del Maidán muestran a una mujer madura de expresión doliente y cansada. La ropa de abrigo, exigida por los rigores de la reclusión y del invierno ucraniano, en nada recuerda ya a la dirigente que sabía combinar el perfecto uniforme político y el traje regional según lo exigieran las circunstancias. Sí conserva una seña de identidad, la trenza rubia a modo de corona. Y ofrece al mundo una combinación de fortaleza desvalida desde una silla de ruedas.
Timoshenko, nacida en 1960 en Dnipropetovsk, la ciudad oriental rusófona en la que también se formó como ingeniero y economista, encara los que parecen pasos previos para afrontar una nueva campaña electoral para la presidencia. Atrás queda una industria familiar del gas en la que amasó una considerable fortuna y una gestión cuando menos controvertida del poder conseguido después de la 'Revolución Naranja', además de un primer intento de alcanzar la presidencia contra Yanukóvich, en 2010, que el ahora huido presidente ganó de manera muy ajustada. Julia tiene por delante la complicada tarea de unir a la oposición.
Timoshenko es, sin duda, la preferida del pueblo en estos momentos y símbolo de la represión. Ella lo primero que hizo al quedar en libertad fue agradecer a la calle su sacrificio: «Ustedes son los héroes».