Vergüenza
Actualizado:Vergogna! Vergüenza, más por la tragedia inhumana a la que venimos asistiendo, por la incapacidad de ponerle freno. 'Vergogna', que exclamó el Papa Francisco tras conocer el alcance del naufragio registrado cerca de la isla de Lampedusa y en el que perecieron un centenar de inmigrantes. Muchos menos, por fortuna, perdieron la vida hace un par de semanas ahí, en la misma puerta de nuestro cada vez menos idílico país. Las bolas de goma al parecer disparadas por la Guardia Civil el día de autos, han empezado a formar parte del fuego cruzado que mantienen Gobierno y oposición, a los que poco les sirve para avivar la mecha de la crítica poco constructiva y la apertura de la reveladora hemeroteca. La 'vergogna' ha llegado a instancias aún más altas, pero aquí seguimos incapaces de digerirla. Doce muertos son demasiados, uno es demasiado. Mientras España pide a Europa que ayude a controlar el acceso al continente de los inmigrantes irregulares y se discute sobre la oportunidad o exigencia de la dimisión de un ministro, nos desayunamos con la noticia de que este 2013 fueron más los que quisieron avistarlo a nado o en una simple lancha de juguete. Y nos alegramos de que, a pesar de todo, sean la mitad de los que se jugaban la vida en una emboscada de cuchillas, un disparo de la policía o el naufragio de una atestada patera capitaneada por un malnacido, hace ya cinco años. Hace un lustro, cuando nuestras hipotecas de cuatro cifras que sustentaban el supuesto Estado de Bienestar se antojaban el paraíso para quienes a duras penas sobrevivían al otro lado del Estrecho. Hace algo más de cinco años, cuando el bolsillo lleno no dejaba sitio a la vergüenza.
El hambre y la miseria no entienden de bolas de goma, de verjas entrampadas, ni de mares revueltos, ni de la incertidumbre de la noche, tampoco del miedo a la represalia. El hambre y la miseria ni siquiera atienden a la familia a la que se deja atrás en busca de un futuro más digno, un porvenir más humano. El hambre y la miseria, para quienes la sufren, no saben de 'vergogna'. Mientras, aquí, seguimos tapándola.