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The New York Times se permite el lujo de criticar los horarios y costumbres españolas y aconseja cambiar la hora para cenar antes
MADRID. Actualizado: GuardarLa crisis ha morigerado mucho las costumbres de los españoles. Pese a lo doloroso del cambio, el prestigioso rotativo The New York Times se permite arremeter contra unas prácticas y unos horarios que 'la dama gris' considera perjudiciales para recuperarción económica de España. Unos hábitos noctívagos que poco se parecen a los habituales hace una década.
El periódico neoyorquino comienza su artículo 'España, el país de las cenas a las 22.00 horas, preguntaos si no es hora de cambiar los horarios' criticando la sana afición a compartir unas cervezas con unos amigos en un bar, antes de ponerse a cenar una típica tortilla de patatas mientras se ve un partido de fútbol -sin especificar si es de 'Champions' o de la Copa del Rey-. En España no hay Super Bowl, por lo que no se consumen hamburguesas asadas con manteca y grasas saturadas, acompañadas de maíz transgénico. Es preferible un chuletón o tal vez una ración de callos hechos al amor de la lumbre.
Pero es que al rotativo no le parece bien, en pro de la eficiencia, que los españoles cenen tan tarde. A ello suma el denominado 'prime time' televisivo, también llamado horario estelar, que comienza a las 22.00 y termina a las 1.00 horas. Tampoco queda indemne la siesta, esa delicia nacional que ahora imitan en otros países y que se aconseja para mejorar la productividad de los empleados. Así, propone The NYT una jornada laboral que vaya de las 9.00 a las 17.00 horas.
Por todo ello recomienda atrasar una hora los relojes. O sea, volver al huso horario que realmente corresponde a España, junto a Portugal y Londres, algo que cambió Franco para sincronizar su reloj con el de Hitler, un cambio que nadie se ha preocupado en deshacer. En este sentido, el periodista se hace eco de las propuestas de la Asociación Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, que aboga por el cambio de horario pretendiendo que no se trabaje de sol a sol. «La sociedad española está todavía chapada a la antigua. Y los que gobiernan igual, y aquí les gustan las cosas como son», afirma en The New York Times Paula del Pino, abogada y madre de dos hijos.
En todo caso, una cosa es que se racionalicen los horarios y otra que se cambien las costumbres. En tiempos de 'vacas gordas', los atascos estaban al orden del día de lunes a viernes en el centro de Madrid, donde a medianoche los restaurantes funcionaban a tope y los taxistas acarreaban de un lado a otro gente ávida de pasarlo bien, de disfrutar de una cena a la hora que fuere y levantarse con un notable resacón. Antes de la crisis los españoles que viajaban a las capitales europeas comprobaban con asombro lo 'aburrido' de su vida nocturna -con las consiguientes excepciones-. Muchos coincidían en los restaurantes con otros españoles que a esa 'hora bruja' buscaban condumio.
Lo que el reportaje de 'la dama gris' no cuenta es que ahora, también por la crisis, son mayoría los ciudadanos extranjeros que, avanzada la noche, llenan los restaurantes y tascas típicas para atiborrarse de paella o chuletillas de cordero.