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Un inmigrante herido en la valla se dirige al CETI de Melilla. :: J. PALAZÓN
ESPAÑA

El centro de inmigrantes de Melilla se desborda

Tienen que acomodar en las instalaciones a más de un millar de extranjeros cuando su capacidad no alcanza el medio centenar de plazas El Gobierno de la ciudad norteafricana pide ayuda al Ejército

J. BLASCO DE AVELLANEDA
MELILLA.Actualizado:

Las costuras del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla (CETI) han estallado con la última avalancha de subsaharianos. La dirección del organismo tuvo que solicitar ayuda a la Comandancia General del Ejército en la ciudad ante el desbordamiento de su capacidad de acogida. El centro tiene 480 plazas, pero ahora alberga a más de mil inmigrantes con los 150 que entraron el lunes.

La Unidad Logística número 24 ha desplegado cuatro módulos de campaña grandes para 400 personas, cien por cada tienda. El Ejército de Tierra ha prestado además numerosas camas y literas que se han tenido que instalar en diferentes dependencias del CETI, como las aulas de formación o de informática. En total, 1.041 inmigrantes procedentes en su mayoría del África subsahariana, Siria y Argelia, permanecen acogidos en régimen abierto en este centro de permanencia transitoria dependiente de Servicios Sociales.

El centro está muy por encima del doble de su techo de acogida. Esta presión se mantiene desde el verano pasado, cuando comenzaron a ser frecuentes las entradas en grupo a través de la triple valla de seis metros de altura y empezó a ser frecuente la llegada de refugiados sirios que huían de la guerra en su país por la llamada ruta del sur hasta Melilla.

El director del CETI, Carlos Montero, asegura que, por más que han aumentado las salidas de internos hacia la Península, «no hemos conseguido bajar de los 900 residentes» en los dos primeros meses de 2014. Esta misma semana está previsto que un grupo de medio centenar de internos viaje en ferry, aunque no será suficiente para descongestionar la saturación y, sobre todo, si se llegan a producir nuevas entradas.

Desde la Delegación del Gobierno informan de que en estos últimos dos años se ha reducido el tiempo de permanencia en el centro y de que la frecuencia de salidas a centros de acogida peninsulares y a Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) es mayor, casi semanal. Esto dice mucho del «aumento de la presión migratoria», según Montero. Algo que podría mantenerse e incluso aumentar si son ciertas las cifras estimativas del Ministerio del Interior acerca del número de inmigrantes subsaharianos que esperan en Marruecos su oportunidad de llegar a Europa. A pesar de la instalación de nuevas medidas disuasorias en la zona de la valla, unidas a una última como es la reciente colocación de concertinas o cuchillas cortantes, las avalanchas humanas no han cesado.

La mayor en nueve años

La última entrada a través del vallado fronterizo que separa Melilla de la provincia marroquí de Nador, en la que más de 150 subsaharianos lograron el objetivo de acceder a suelo español, es la más numerosa desde hace nueve años, desde la llamada 'crisis de la valla' de 2005, año en el que, según el Balance de la Lucha Contra la Inmigración Ilegal del Ministerio del Interior, accedieron de forma irregular a las dos ciudades norteafricanas un total de 5.566 inmigrantes.

Este incremento se produce en un momento muy delicado en el que, tras la muerte de 15 subsaharianos a las puertas de Ceuta, se cuestiona tanto en España como en la Unión Europea la actuación de las fuerzas de seguridad en las fronteras españolas. Algunos sindicatos policiales demandan falta de medios materiales y de un protocolo claro de actuación para los casos de asaltos masivos.

Incluso un partido melillense y varias ONG han presentado una querella criminal ante la Fiscalía General del Estado, contra el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, para que investigue las expulsiones sumarias en la valla.

Una cuestión con la que el Gobierno central quiere acabar cambiando la Ley de Extranjería para que permita lo que los agentes llaman 'devoluciones en caliente', una práctica actualmente tan habitual como ilegal.