Diego Costa acerca al Atlético a cuartos
Los rojiblancos sobrevivieron en la primera parte a dos remates al palo, pero en la recta final se estiraron y su goleador sentenció en San Siro, en otra acción a balón parado
Actualizado:Cuando el Atlético de Madrid había sobrevivido a dos remates al palo y casi firmaba el empate sin goles en San Siro, llegó una de las acciones a balón parado a las que se agarra el equipo de Simeone y Diego Costa se encargó de acercar a los rojiblancos a los cuartos de la ‘Champions’. El Atlético se estiró en la recta final y Diego Costa dejó mudo al estadio del Milan y empujó a su equipo hacia la siguiente eliminatoria con un testarazo tras la salida de un córner y un rechace que cayó a la cabeza de un insaciable goleador que apareció poco, pero cuando lo hizo, fue para ser determinante. Para triunfar en San Siro hace falta tener mucha suerte, y el Atlético, aparte de a Diego Costa y a Courtois, tuvo fortuna, para dejar encarrilado el pase a la siguiente ronda, después de un discreto partido de los rojiblancos, que exhibieron un arranque valiente y también un tramo final en el que volvieron a recurrir a la fe y a una de sus mejores armas para derrotar al histórico Milan en un campo mítico. Sólo queda culminar la gesta en el Calderón.
No sólo consiguió aplacar el Milan el gran inicio del Atlético, sino que en cuanto los rojiblancos cedieron el balón y se echaron atrás, comenzó un preocupante dominio ‘rossonero’ jalonado de clarísimas ocasiones. El ‘resucitado’ Kaká y el siempre hambriento Balotelli empezaron a asociarse y si no llega a ser por Courtois y los palos, el Atlético se habría ido al descanso al menos con un gol en contra. El portero belga del Atlético se sacó una mano imposible pasado el cuarto de hora cuando un cabezazo de Poli iba a la red y su genial intervención provocó que el balón acabase en el poste cuando los rojiblancos se acababan de salvar de una rosca de Kaká al larguero.
La suerte de los campeones ya estuvo ahí, y por partida doble, con un equipo que tras su esperanzador inicio aflojó en la presión y permitió a los italianos robar, crear y sentirse superiores en ese primer tiempo en el que al equipo de Simeone no le duró la tan exigida intensidad. En este sentido, y también en el del juego, le ganó la partida el Milan al Atlético en un período en el que Diego Costa se sintió arriba muy solo y desasistido. Con sus compañeros tan pegados al área y el hispano-brasileño un islote, a los rojiblancos se les hizo muy largo el campo, y también una primera parte en la que el Milan, con los genes de histórico y grande, cuando se presentó arriba fue para hacer temblar a Insúa y compañía. Por esa banda izquierda, con el sustituto del lesionado Filipe Luis, hizo aguas el Atlético y el Milan se fue creciendo, con continuas asociaciones y valientes remates de media y larga distancia.
Por parte del bando visitante, en cambio, apenas hubo ocasiones de gol y, excepto en los primeros 10 minutos, tampoco fútbol. Superados en presión, carácter y ambición, los rojiblancos fueron deambulando en ataque y sufriendo en defensa. Mientras el Milan sorprendía tan ofensivo y Kaká no se parecía en nada al mediapunta triste y negado del Real Madrid, el Atlético tampoco era un reflejo de ese equipo engrandecido por Simeone, el sólido bloque atrás y letal al contraataque con el que presume para incluso pelear por la Liga, y también lo hizo en la fase de grupos de la ‘Champions’, hasta que se presentó en un estadio que imponía demasiado y frente a un rival que cuando pisa el acelerador asusta.
El Atlético sólo consiguió generar algo de miedo en el contrario, con un planteamiento y una actitud sorprendentes, cuando se lanzó desde el pitido inicial a por el partido, con personalidad, sin complejos y sin miedos. Enfrente había un rival que ahora casi hace ridículo en su campeonato, pero posee siete Copas de Europa, tiene experiencia, sabe medir los tiempos y juega en un estadio que empuja muchísimo, por lo que el atrevimiento del Atlético en su fulgurante comienzo pocos podían esperarlo. Sin embargo, tampoco se podía presagiar que si su carácter y ambición le habían hecho imponerse y ganarse el respeto, se fuese atrás tan temprano. Que reculase tantísimo hasta su área, porque lo de entregar la pelota era previsible, pero defender tan pegado a Courtois tenía un riesgo evidente.
La mejor noticia en el descanso era que, pese a su inferioridad y los dos remates al palo del Milan, el marcador no se movió, y ello propició que los rojiblancos volvieran a salir dando un pequeño paso al frente para afrontar una segunda mitad en la que los ‘rossoneri’ pegaron un importante bajón y se quedaron en el último cuarto de hora sin Balotelli, tocado en el hombro. Mientras, cuando ya hacía estragos el cansancio, los rojiblancos buscaron velocidad con el ‘Cebolla’ y Adrián, sin renunciar a un gol que parecía una utopía. Entonces llegó ese remate de cabeza casi ‘in extremis’ que puede valer todo un billete a cuartos.