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Los casos pendientes

FELICIDAD RODRÍGUEZ
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La sentencia del pasado 21 de octubre del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo supuso un auténtico mazazo para las víctimas del terrorismo y para la mayoría de los ciudadanos. Aún cuando los tribunales españoles tuvieron que acatar obligatoriamente la decisión del tribunal europeo, la indignación y el estupor de la ciudadanía fueron absolutamente comprensibles; a todos nos parecía increíble el tener que asistir a la excarcelación de terroristas que se beneficiaban de unas redenciones que, en absoluto, merecían. Unos terroristas que, habiendo sido condenados a penas de miles de años, volvían a las calles por los beneficios que les suponía la aplicación de una ley obsoleta. Durante años se ha estado reclamando la modificación de esa normativa pero, por fin, la modificación de la Ley del Código Penal del 95 se está tramitando en el Congreso y, con la inclusión de la prisión permanente revisable, lograremos que no tengamos que volver a ver en el futuro situaciones semejantes. Tras la reciente detención en Londres del histórico Troitiño, que ahora se enfrenta a la acusación de nuevos delitos para los que ya no afecta la decisión del tribunal de Estrasburgo, otros dos miembros de ETA, que llevaban más de 20 años en la clandestinidad y en paradero desconocido, han sido capturados hace apenas unos días en México. Con la operación no solo se ha logrado detener a dos de los terroristas incluidos en la lista de los más buscados, y que huyeron del país tras la desarticulación de un comando que cometió numerosos atentados, sino que también se podrá, previsiblemente, obtener información sobre muchos atentados terroristas no esclarecidos hasta el momento. No podemos olvidar que, en esta triste historia de sangre, quedan todavía muchos crímenes sin resolver. Según el informe de la Fiscalía de la Audiencia Nacional para el Observatorio contra la Impunidad sobre los crímenes de ETA son más de 300 los asesinatos que han quedado impunes, más de 300 asesinatos en los que conocemos los rostros y los nombres de las víctimas pero no los de sus asesinos. Son muchos los terroristas que, una vez puedan ser identificados, detenidos y juzgados, ya no podrán invocar la sentencia de Estrasburgo.