Mucho humo
Daniel Gutiérrez Actualizado: GuardarAquí en España somos especialistas en quejarnos cuando suceden las cosas pero nulos a la hora de poner las bases para evitar tener que hacerlo. Preferimos debatir sobre si es más grave tirar un mechero, una bengala o un bote de gas lacrimógeno. Protestamos por la cuantía de una multa y damos por hecho que es inevitable que la gente se comporte cívicamente, ya sea en el interior de un recinto deportivo, en un parque infantil o cuando nos ponemos al volante, por poner algunos ejemplos.
Lo fácil es excusarse en que la persona que obligó a evacuar el estadio de El Madrigal en el Villarreal-Celta es un loco malintencionado que no representa el espíritu que se respira en las gradas y jurar en arameo mientras se rastrea cielo y tierra para encontrar ese culpable que tape las carencias reales que se arrastran a nivel organizativo. Porque que un encapuchado arroje el bote de humo es grave, pero que no existan los filtros de seguridad necesarios para prohibirle el acceso al estadio ni se logre detenerle ni identificarle inmediatamente a posteriori lo es igual o más.
Nos alarmamos cuando sucede algo extraordinario pero asumimos como algo ‘normal’ insultar al árbitro, a los rivales y a quien se ponga por delante desde el minuto uno porque al fútbol se va, entre otras cosas, «a desahogarse»; los clubes hacen como que luchan contra los radicales, pero durante años se les han facilitado hasta locales en los estadios para guardar algunas de esas bengalas que después se tiran al césped; hay dinero para fichajes de campanillas pero no para un sistema de seguridad efectivo, tal y como demuestran los hechos recientes; y ya no me quiero ni imaginar si se sigue recortando presupuesto en educación cuando los índices de sabiduría y comportamiento están bajo mínimos, siempre al abrigo del compañero de diversión del siglo XXI: el alcohol. Entonces ya no habrá goles de Messi y Cristiano que permitan seguir vendiendo humo. Mucho humo.