David Delfín regresa con una oda al amor por su pareja

Mosquetones, cuerdas, cremalleras, velcros… David Delfín ha regresado a la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid rodeado de todos sus elementos fetiche para gritar a los cuatro vientos su amor por Pelayo Díaz. Una oda a la juventud que va más allá de lo físico en referencia a la diferencia de edad entre ambos que se ha plasmado en prendas de lana, algodón y poliéster con una base en blanco y negro con su famoso estampado bacterio –que hasta ahora solo había usado en complementos- salpicada de con fresa, azul eléctrico, uva, esmeralda y naranja. La musa del malagueño, Bimba Bosé, ha sido la encargada de abrir y cerrar el desfile, aunque en esta ocasión ha tenido que compartir protagonismo con Verónica Blume en un espectáculo que estaba tanto sobre la pasarela como en el ‘front row’, donde el nutrido ejército de fieles del rondeño, con Alaska, Mario Vaquerizo, Bibiana Fernández y Rossi de Palma a la cabeza, jaleaban cada una de las propuestas, acompañadas por las clásicas botas de Dr. Martens y medias de rejilla de Wolford.

No es plato de buen gusto desfilar tras el polémico Delfín, pero Hannibal Laguna ha salido airoso del trance con su colección número 100. Con una línea menos barroca de lo habitual, el modisto ha realizado una retrospectiva de las piezas creadas para sus clientas durante 28 años, recuperando ideas que nunca había subido a la pasarela, como los funcionales bolsillos de sus vestidos. Entre la elegancia de la organza de seda y el mohair en los tonos del cielo mediterráneo se han ‘colado’ un par de jeans con los que hace un guiño sport a la mujer real, para la que también ha velado la pedrería nacarada que colma sus ‘looks’.

La tarde ha tomado forma de la mano de Juanjo Oliva con una colección sublime para todos los bolsillo –el precio de las prendas oscilará entre los 40 y los 200 euros-. El buen hacer y la sofisticación de la firma se han cristalizado en una línea en la que han destacado los colores vivos como el sandia y el amarillo delimitados con negro, sin olvidar el print abstracto muy a lo Ana Locking, en tejidos muy deportivos, destacando el neopreno. Una bocanada de aire fresco.

Un hechizo que se ha roto con el pase doble de María Escoté y Carlos Díez. La catalana, cuya máxima parece ser la misma que la de María Isabel, ‘Antes muerta que sencilla’, se ha montado su propio western en la antaño pasarela Cibeles a base de flecos en piezas de piel con llamas sobre ellas, mientras que los vestidos de gasas se ciñen al cuerpo como una segunda piel. La funcionalidad que no conoce Escoté la ha explotado Díez. El bilbaíno se ha calzado las botas de montaña -literalmente- para mostrar una colección muy masculina en tonos tierra que sirve tanto para irse de acampada como para acudir a una ‘rave’ bajo la lluvia. Unas prendas austeras para un tostón de desfile al que no ha ayudado nada una insufrible música.

Entre pieles

Los encargados de poner el punto final al circuito de los diseñadores consagrados han sido los peleteros Miguel Marinero y Jesús Lorenzo. Marinero se ha basado en la corriente arquitectónica de los años 90 y en la noche asturiana, donde la simplicidad de las siluetas lucen en el mestizaje de los tejidos nobles -cashmere, lana y tweed- y las pieles. Contrastada por una paleta que parte de los colores candy a los más estridentes, con el rosa como protagonista, esta colección redefine el estilo glamuroso y elegante.

Jesús Lorenzo ha hecho alarde de una colección que desarrolla la estética del cine negro fiel a su convicción de desmitificar la peletería clásica orientándose a una mujer joven y urbana. Un universo de contrastes que muestra algunos acentos ochenteros con múltiples efectos metalizados, pieles teñidas en tonos pastel y en ‘shoking colours’ (rojo, azul klein, azul noche y rosa chicle).