bahía de Cádiz

Comienzo difícil para la captura del pescado azul

La campaña de pesca en el Golfo de Cádiz para la flota de cerco de Barbate arranca con pobres resultados a causa del mal tiempo, aunque quedan los mejores meses por delante

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Apenas cinco días han sido los que ha podido aprovechar la flota de cerco de Barbate para salir en busca del boquerón y la sardina al Golfo de Cádiz. Cinco jornadas desde que el pasado 3 de febrero comenzase la nueva campaña de pesca, tras la parada biológica de los últimos dos meses para dar margen a regenerar la especie.

Los últimos y continuos temporales en la zona han impedido a lo largo de estas dos semanas, por un lado, que saliera gran parte de la flota –27 barcos– que ya está lista; y, por el otro, buenos beneficios con las capturas. Normalmente, según los marineros, los comienzos no son buenos. Hasta que no se va acercando el verano, la mar no empieza a reunir las mejores condiciones para esta modalidad de pesca. Aunque en este mundillo hay una máxima que todos repiten: «De la mar no hay quien sepa, por muchos años que lleve en ella». La pesquería es imprevisible.

La flota barbateña de cerco sale del puerto de Cádiz –donde amarran los barcos y los marineros se desplazan en vehículos para ir y volver de sus casas– en torno a las siete de la tarde. Ahí comienza la navegación hasta el caladero del Golfo de Cádiz. En la jornada del lunes sólo salieron nueve barcos, de los que únicamente cuatro llegaron a calar. El patrón del ‘Ángel Custodio’, José Bermúdez, la describió como una noche «infernal». Además del oleaje, las aguas estaban ‘hechas fango’, como llaman en el argot a la suciedad que arrojan las aguas de los ríos al desembocar.

En el caso de esta embarcación, se arriesgó a salir por los altos precios que podría alcanzar la pesca en la subasta, ya que gran parte del país se encuentra inmersa en los mismos temporales que afectan al oficio. Sin embargo, el ‘Ángel Custodio’ volvió a puerto sin descargar ni una caja en la lonja. Bermúdez no recordaba cuándo fue la última vez que hizo esa maniobra.

Es decir, ni un solo ingreso en una noche en la que, además de tener que pagar el trabajo de 16 hombres, se añaden otros gastos. «Tres toneladas de hielo suponen 500 euros, y mil litros de gasoil, 800», son algunos de los costes que no serán amortizados con el beneficio de la jornada a 25 millas de Cádiz.

Ya los compradores y trabajadores de la lonja que esperaban la llegada de los primeros barcos advirtieron de que éste venía de vacío, cuando no se observaban gaviotas sobrevolando la embarcación, atraídas por la pesca. Poco antes, otro buque había hecho una llegada parecida, quedándose detrás de la línea de respotaje de combustible. «Ese no quiere ser el primero en abrir la subasta, lo suelen hacer algunos cuando llegan los primeros», se comentó desde tierra. Pero al ver que según entraban los demás, ninguno descargaba, constataron que la noche no había sido nada rentable.

La pesca de cerco con luz es una técnica que se lleva a cabo durante la noche. Pero para que tenga buenos resultados hay que seguir la clave: para pescar pescado azul, es primordial que el agua esté azul. Cuando el barco en cuestión da con el cardumen, empieza la faena. Normalmente, es hacia Poniente, en la zona de Huelva. Se suelta la red, cercando el banco, que tiene en la parte superior unas boyas para mantenerla a flote y, en la de abajo, unas anillas por la que pasa una cuerda corredera. Cuando pasa el pescado, se cierra el fondo de la red, formando una bolsa.

Para ello, los barcos necesitan embarcaciones auxiliares pequeñas, que normalmente llevan arrastrando. El bote de luz es indispensable para concentrar los bancos mediante unos focos.

Los barcos de pesca de cerco suelen regresar a la lonja para descargar y subastar la mercancía entre las nueve y las diez de la mañana, aunque pueden hacerlo hasta las dos de la tarde. El primero que regresó en la mañana lo hizo en ese tramo horario. Después, continuaron llegando otros, hasta cinco, que regresaban sin beneficio tras una larga y dura noche en la mar.

Al llegar a la lonja

Casi una hora después, llegaban a la lonja los cuatro buques con pesca: ‘Nazareno’, ‘Nuevo Nautilus’, ‘Domingo Reyes’ y ‘Nuevo Ayacán’. La mayoría de ellos no llegaba al medio centenar de cajas, lo que significa una pesca muy escasa. Bernardo Sebastián, el patrón del primero de ellos indicó que con los beneficios de 20 cajas de sardinas y tres de boquerones «no tenemos ni para pagar el trabajo de los marineros».

Según cada barco va descargando la mercancía, se comienza a colocar dentro de la lonja a modo de exposición. Cuando el pescado empieza a entrar, los compradores comienzan a multiplicarse. La mayoría de ellos, en contacto con los barcos anteriormente, ya sabe lo que trae cada uno y qué va a comprar.

Comienza la subasta, que se hace a la baja partiendo de unos precios sobre 60 euros. La mercancía se identifica por especie, barco del que proviene y número de cajas –cada una contiene unos nueve kilos– . Los compradores, muchos de ellos sin despegar de la oreja el teléfono que les mantiene en contacto con terceras personas, paran la subasta a través de un mando a distancia cuando creen que el producto ha llegado al precio que merece. Entonces tienen dos minutos para comprobar la mercancía y confirmar que la va a adquirir. Si no está conforme, continúa la subasta.

El censo de la lonja de Cádiz cuenta con unos 50 compradores actualmente, una cifra a la baja en relación a años atrás. El cliente es de tres tipos: mayorista, minorista o detallista. También hay algún barco que tiene concierto en exclusiva con grandes superficies, a las que venden toda su pesca.

Los resultados de la subasta perfilan la productividad de la jornada. Se vendieron 3.320 kilos de pescado: 1.500 de boquerón, 1.740 de sardina y 63 de caballa. A un precio medio, el kilo, de 3.70 euros los primeros y 3.45 las segundas.

El inicio de la campaña no ha sido el mejor posible, lo reconoce el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Barbate, Alfonso Reyes. Además del mal tiempo, explica que el boquerón «parece algo más escaso y es de menor tamaño que el año pasado». Es por ello que el colectivo abogaba por un mes más de parada biológica, si fuese subvencionada, para salir a la mar con mayores garantías de captura. Este último año sólo pudieron cobrar la prestación de desempleo «y los armadores han estado dos meses sin ingresos». La flota pesquera de cerco de Barbate emplea cada año a unas 450 personas.

Mayor cuota y doble caladero

Para 2014 sí es cierto que estos barcos tendrán una cuota de pesca más amplia que el anterior. En concreto, los cuatro puertos que trabajan este arte en el Golfo de Cádiz (Barbate, Sanlúcar de Barrameda, Punta Umbría e Isla Cristina) cuentan con una cuota de pesca de boquerón de 5.370 toneladas. Una cifra, según explicó Alfonso Reyes, a la que se sumarían otras casi 750 toneladas «de una negociación que se está haciendo con Portugal».

A cada barco se le asigna un límite de pesca individualizado «en función de unos porcentajes que se extraen de datos históricos», explicó el patrón mayor de la cofradía barbateña. Después, cada uno «debe regularlo para que dure hasta que volvamos a la parada biológica y no agotarla demasiado rápido».

El barco ‘Ángel Custodio’ tiene asignado 120 toneladas para este año. Los primeros meses se van capturando con más dificultad y en verano se hace «a destajo», comentó su patrón. José Bermúdez concretó que la pesca del boquerón «se reduce a unos 120 días al año» y, en previsión de no agotar la cuota excesivamente pronto, «tenemos que limitarnos a una tonelada por día». Algo que considera «muy complicado»; sólo en los dos primeros días de campaña, el ‘Ángel Custodio’ pescó cuatro toneladas de boquerones.

A este aumento de la cuota de pesca se suma este año la dualidad de caladeros para la flota barbateña de cerco. Tras la autorización de un nuevo protocolo por cuatro años, 26 barcos –sólo uno no ha solicitado la licencia– podrán volver a faenar a Marruecos. Una gran vía de escape cuando el Golfo de Cádiz esta «masificado» con 84 barcos pescando.

Alfonso Reyes espera que esto sea a principios de abril, puesto que ahora el país vecino se encuentra en parada técnica. Después está por ver cuántos las asumirán, ya que el coste de las licencias puede ser a partir de 12.000 euros al año, en función del tonelaje de la embarcación. «Hasta que no lleguemos allí, no sabremos si será rentable», aunque Reyes recuerda que la última campaña en Marruecos, en 2012, «fue muy buena». Ahora bien, vuelve a entrar en juego lo imprevisible de la faena en la mar.