El 'boy scout' impaciente
ROMA. Actualizado: GuardarMatteo Renzi será, como parece probable, el primer ministro más joven que ha tenido Italia, con 39 años. Eso ya es una revolución, pero queda ver lo que hay después. En su biografía, que se conoce desde hace apenas cuatro años, cuando un mocoso toscano presuntuoso asomó en el PD, todo es determinación y precisión hacia el triunfo. Era un perfecto 'boy scout', ágil en subir el escalafón. No era muy bueno jugando al fútbol y antes que perder prefería ser el árbitro. Con 19 años se presentó en la tele en 'La ruleta de la fortuna', venció como un empollón y ganó el premio gordo. Renzi, no hay ni que decirlo, empezó de democristiano, como Enrico Letta o Angelino Alfano. Luego confluyó en el PD por el ala centrista. Va a misa los domingos y es el prototipo de individuo que hace preguntarse a los excomunistas de su partido cómo han terminado juntándose con gente así. Representa la modernidad en el fondo no tan deseada del PD, última sigla del reciclado Partido Comunista.
El aparato intentó pararle los pies desde el principio. Hizo carrera rápido en Florencia y llegó a ser presidente de la provincia, un cargo al que se puede dejar llegar a cualquiera. Pero Renzi se presentó a las primarias para ser el candidato a la alcaldía. Eso ya eran palabras mayores y le frenaron. Sin embargo con una campaña agresiva y su desparpajo terminó ganando. Enseguida se convirtió en el alcalde mejor valorado de Italia y cuando en el PD se quisieron dar cuenta ya ejercía de nueva promesa. Su grito de guerra fue el de «mandar al desguace» ('rottamare') a la vieja clase política, incluida la de su propio partido. Renzi era visto en el PD con sospecha porque atraía incluso al votante de centroderecha. La prueba de su audacia es que uno de sus primeros gestos fue, cuando empezaba a hablarse de él, fue ir a visitar a Berlusconi.