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Desfile de Ángel Schlesser. / Javier Lizón (Efe)
Mercedes-Benz Fashion Week Madrid

Roberto Torretta se pone sesentero

Ángel Schlesser se hace un ‘lifting’ en una jornada en la que Teresa Helbig se transforma en un cisne de Truman Capote

GLORIA SALGADO
MADRIDActualizado:

El lenguaje cinematográfico del surrealismo ha sido el punto de partida de la segunda jornada de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. María Barros se ha metido en la piel de Dalí para ‘dibujar’ a una mujer femenina y segura de sí misma envuelta en delicadas sedas y suaves lanas mezcladas con lurex. Una colección marcada por vestidos con silueta de cóctel que sirven tanto para la noche como para el día. Una funcionalidad que no deja de lado la sensualidad y el atrevimiento de sus famosos pliegues trabajados de manera irracional en tonos que viran del azul al rosa pasando por un intenso naranja.

Esa mujer rompedora también ha sido en la que se ha inspirado Martín Lamothe. La colección de la diseñadora catalana se divide entre el drama, con drapeados texturizados, y la sobriedad absoluta, con formas y cortes geométricos, cincelando a las herederas de las místicas del New Age de los años 70 en su versión postmoderna. Se centra en la piel en diferentes formas y calidades -serrajes, napas, cueros en cordero y vaca, ya sean laminados, sellados, desteñidos y sobre tintados-, combinados con nuevos tejidos que imitan la piel para una mayor diversificación de formas y texturas, destacando la microfibra engomada.

Después ha llegado el turno de Ailanto, con un amplio repertorio de prendas con estampados vegetales como base y el volumen exagerado como protagonista. Los hermanos bilbaínos Iñaki y Aitor Muñoz se han metido en un complicado ‘jardín’ sembrado de piezas con un fuerte toque masculino como referencia contemporánea a la estética mod, en ocasiones dejada de lado por vestidos ligeros con aire deportivo. En los tejidos también se ha visto un poco de todo: lana, lentejuelas, algodón, neoprenos troquelados, seda y chifón en un amplio abanico de colores sobrios.

Montesinos toma el control

El ecuador de la jornada ha estado protagonizado por un renovado Montesinos. El valenciano ha sorprendido en su versión más comedida con una ruta de la seda en la que ha impregnado cada ‘outfit’ con una interesante fusión entre oriente y occidente sin dejar de lado sus básicos.

El terciopelo, la lana estampada, el Príncipe de Gales, la pata de gallo y las paillettes, a las que se suma la gasa en el caso de la mujer, dan forma al periplo con los particulares tonos vibrantes de los pavos reales, que otorgan una majestuosidad nunca vista en la firma.

Tras la brutal transformación de Montesinos ha subido a la pasarela un inconfundible Ángel Schlesser, que, al igual que Lamothe, ha hecho un guiño a los años 70 con ‘looks’ femeninos alejados de cualquier estridencia, como es habitual en el cántabro. Sin embargo, ha realizado un giro hacia una clientela más joven, con diseños más cómodos y menos rígidos gracias a las contraposiciones de tejidos ligeros con otros más estructurados, desde la seda al tweed en naranjas, verdes, oliva, rojo y negro, aderezados con los collares de Julieta Álvarez.

Unas mujeres tan ‘lady’ como los ‘cisnes’ que rodeaban a Truman Capote. Mujeres exquisitas en las que se ha inspirado Teresa Helbig, ajena a tendencias efímeras. Trajes sastre, microtachuelas en caleidoscopio -unas 35.000-, lana, angora, organza, cuero y el punto como novedad en una carta de colores con una base de beige, negro y crudo con pinceladas de coral y mostaza.

Juana Martín ha tomado el relevo de Teresa Helbig con la colección más provocadora de la jornada. La cordobesa ha intentado crear simplicidad depurando líneas con sutiles volúmenes con el blanco y el negro copando la paleta cromática, mezclados con transparencias por doquier. Los materiales elegidos como la lana virgen, los tules bordados a mano con aplicaciones de cristal, el lurex y las pailletes han aportado sensualidad y un toque rebelde.