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Captura de una imagen del vídeo de la infanta en el juzgado. :: R. C.
ESPAÑA

Tres sospechosos de haber grabado el vídeo

La Policía apunta a un dispositivo indetectable o que fue escondido días antes en los juzgados para recuperarlo después

M. S. P.
PALMA.Actualizado:

La Jefatura Superior de Baleares se ha volcado en la investigación para identificar al autor del vídeo de la infanta Cristina durante su declaración en los juzgados de Palma. La Policía intenta resarcirse del clamoroso fallo de seguridad que propició que alguien introdujese en los juzgados un sistema de grabación. Los investigadores ya han reducido a solo tres nombres los sospechosos y en cuestión de días esperan poder tener pruebas para acusar al individuo o individuos que han ridiculizado el vasto dispositivo de seguridad.

Según confirmaron fuentes de la investigación, entre esos tres nombres están algunos de los letrados de los 41 imputados en el 'caso Nóos'. La Policía, tras examinar el ángulo desde el que fue registrada la espalda de la hija del Rey, ha llegado a la conclusión de que esas imágenes, grabadas muy al principio de las seis horas y media de interrogatorio, fueron tomadas desde una zona de la sala en la que solo había letrados y un grupo de oficiales de justicia.

Los investigadores buscan el dispositivo electrónico con el que fue grabado el vídeo. Todas las fuentes consultadas subrayan el «trabajo de profesionales» que supuso conseguir esas imágenes y apuntan a algún tipo de artilugio de última generación. Una minicámara que fue escondida días antes en algún lugar del edificio de los juzgados de Palma para recuperarlo el mismo sábado tras pasar los arcos de seguridad o algún tipo de tecnología indetectable en los exhaustivos controles a los que fueron sometidas las más de 70 personas que entraron en la sala de vistas.

Los agentes obligaron a todos a dejar toda su tecnología a la entrada y esos aparatos estuvieron en todo momento bajo custodia policial. No hubo cacheos, pero quienes presenciaron la declaración fueron controlados con detectores de metales corporales. Es más, analizaron uno a uno los relojes, bolígrafos, gafas, collares, joyas o botones de gran tamaño que se introdujeron en la sala para confirmar que no ocultaban cámaras.