#PAGAINFANTAS
Actualizado: GuardarSoy la voz de muchas personas monárquicas que ven con mucho disgusto como una infanta de España es imputada. Gente que la acompaña con tristeza y bochorno en su paseíllo judicial. Ciudadanos que la han apoyado desde sus inicios y que se sienten ahora en parte culpables y víctimas del estado actual de la monarquía. Los que compran el Hola, los que siguen las bodas en la tele, los que acudían como las moscas a la miel cuando el rey iba a algún evento. La bajada de rampa de la infanta nos deja divididos entre corazón monárquico y cabeza republicana.
El corazón no atiende a razones. La monarquía no esta sujeta a justificación, la sustenta la fuerza emotiva. En ese sentido los monárquicos seguirán siempre siendo monárquicos hagan sus reyes lo que hagan. Es la visión casi divina de lo real de la que hablaba Perlman.
La cabeza nos dice que república. Que la monarquía, a pesar de dárselas de ejemplar, ha ido perdiendo su ejemplaridad a medida que todos los amigos del rey, los Albertos, Manolo Prado, Mario Conde han ido todos desfilando por los tribunales, la infanta es solo la última atrapada en el engranaje. A pesar de dárselas de austero, el NY Times le calculaba al Rey una fortuna de 1.800 millones de euros. A pesar de dárselas de digno, el Rey tiene al menos dos hijos no reconocidos. En el siglo XXI las mentiras no sirven de nada. Todo se sabe.
Este es el dilema de los monárquicos de toda la vida. O hacerle caso al corazón y olvidarse de todo lo que no salga en el Hola. O hacerle caso a la cabeza e ir encargando los billetes del Ave a París para toda la familia.
Creo que depende del Rey. No se puede vivir siempre de las glorias pasadas. Tenemos en España dos grandes problemas que debería intentar ayudar a solucionar: el separatismo y el gigantismo de nuestra administración.
Si la monarquía sirve o no de algo lo vamos a ver en los próximos meses. Entonces, sabremos si los monárquicos podemos sentirnos orgullosos de nuestra monarquía o si somos poco más que unos simples 'pagainfantas'.