Miles de personas se manifiestan el pasado 2 de febrero en París contra las políticas de familia impulsadas por Hollande. :: BENOIT TESSIER / REUTERS
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Hollande se rinde a la Francia católica

La renuncia a dar más derechos a los gais acentúa el divorcio del presidente socialdemócrata con la izquierda radical

PARÍS. Actualizado: Guardar
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François Hollande capitula ante la Francia católica. El presidente socialdemócrata se ha rendido ante los defensores de la familia tradicional. El político que cuando todavía era socialista legalizó contra viento y mareas homófobas las bodas gais ha renunciado a permitir los vientres de alquiler y la inseminación artificial de las parejas lesbianas. La movilización el pasado domingo en París y Lyon de 100.000 manifestantes de las capas más conservadoras de la sociedad gala ha bastado para dar su brazo izquierdo a torcer. Hundido en cotas ínfimas de popularidad, el presidente soltero se divorcia de los clanes más radicales de la familia progresista a menos de dos meses de unos comicios municipales que amenazan con teñir de azul el mapa electoral rosa.

La ley de la familia es una promesa guardada en el cajón del olvido. Debía ser aprobada en primavera por el Consejo de Ministros para ser sometida al Parlamento en el primer semestre. Pero no ha resistido la presión callejera como ocurrió con la ecotasa, retirada tras la revuelta de los 'gorros rojos' en Bretaña. El texto preveía regular cuestiones como las adopciones, el papel de los padrastros o las custodias compartidas de los hijos. La procreación médicamente asistida (PMA) y la gestación por otra mujer no figuraban en el anteproyecto pero los grupos parlamentarios socialista y ecologista habían anunciado enmiendas para introducirlas. Todo ha quedado reducido a papel mojado en agua bendita.

«El presidente de la República no podía permitirse añadir a la secuencia 'Julie Gayet', que lo ridiculiza en sus viajes al extranjero, una continuación 'familiafobia' excepto si quería arruinar una autoridad residual», celebra François d'Orcival, editorialista del semanario conservador 'Valeurs Actuelles'. El primer inquilino soltero del palacio del Elíseo ha preferido dar prioridad a la correlación de fuerzas electorales antes que atender reivindicaciones como los vientres de alquiler o la PMA para las lesbianas respecto a las que siempre se ha manifestado hostil o reaccio. «François Hollande ha decidido evitar debates no controlados que representan un vector adicional de perturbación en los meses venideros», explica el ministro del Interior, Manuel Valls.

Como apunta el analista Alain Duhamel, Francia asiste a «la revancha de la familia cristiana sobre la familia progresista». «A pesar de la secularización espectacular de la sociedad francesa y el retroceso abismal de la práctica religiosa, el pueblo católico sigue siendo el núcleo más numeroso y, en las grandes circunstancias, el más implicado de todos», escribe en el diario izquierdista 'Libération'. Es lo que el periódico 'Le Monde' (centro izquierda) denomina «el despertar de la Francia reaccionaria» en el sentido estricto de la palabra: «El rechazo de ciertas evoluciones acompañado de una demanda de regreso al estado anterior», justifica su directora, Natalie Nougayrède, ante las numerosas protestas por la etiqueta de sus lectores católicos.

Interés electoral

La reculada tiene una clara lectura en clave electoral. La izquierda gobernante se encuentra en una situación muy precaria en un centenar de ciudades de más de 10.000 habitantes, el feudo de los detractores del matrimonio y la adopción para las personas del mismo sexo. Un estudio de 'Le Monde' muestra que los socialistas y sus aliados pueden perder 85 alcaldías en las elecciones del 23 y 30 de marzo entre las que figuran Estrasburgo, Metz, Reims, Pau y Saint-Etienne.

En este contexto adverso, Hollande ha optado por evitar nuevas fracturas morales y concentrar todos los esfuerzos en la lucha contra el paro y el pacto de responsabilidad con los empresarios, la marca de fábrica de su epifanía socialdemócrata. El problema reside en la contraola de rechazo causada en su propio bando por la reorientación de sus políticas económicas y sociales.

La promesa incumplida de inversión de la curva del paro a finales de 2013 le pasa factura sobre todo en el electorado de izquierdas, la franja donde es más acusado su vertiginoso desplome de popularidad. Su cota de confianza ha tocado suelo con un 19%, el porcentaje más bajo de un presidente francés a los 21 meses de mandato, en el barómetro de 'Le Figaro Magazine'. En la encuesta mensual de la revista 'Paris Match' solo el 23% de los sondeados aprueba la gestión de Hollande, que pierde tres puntos en un mes y recae a su nivel históricamente bajo de diciembre.