La Corona se la juega
La Zarzuela asume que la reputación de doña Cristina es irrecuperable a corto plazo, pero espera que su actuación frene el deterioro de la Monarquía Los abogados de la infanta dejan el juzgado «muy contentos» y «satisfechos» con la declaración «exhaustiva» de su cliente
MADRID. Actualizado: GuardarLa imagen de la infanta Cristina es ya «irrecuperable», al menos en el corto y medio plazo. Es algo que en la Zarzuela reconocen tener perfectamente asumido. No era el daño que pudiera causarse a sí misma con una declaración inconsistente lo que les causaba intranquilidad. Lo que inquietaba ayer en la Casa del Rey, y lo que les ha llevado a estar muy encima de la estrategia de la defensa, pese a mantener públicamente las distancias, es la repercusión que su eventual procesamiento podría infrigir a una Corona ya enferma de desprestigio.
Ese escenario, el peor de los posibles, es considerado, en principio, poco probable. Pero tampoco en la Casa del Rey creían que el juez José Castro fuera a imputar a doña Cristina y sin embargo lo hizo, en contra del criterio de la Fiscalía. De forma preventiva, la Zarzuela optó ayer, como durante las últimas semanas desde la segunda inculpación, por la máxima cautela y dejó que fuera la defensa de la hija del Rey quien se pronunciara. A la espera de que «el tiempo» ayude a la Justicia a decidir, los abogados Miquel Roca y Jesús Silva se declararon «muy contentos».
El papel de Roca, padre de la Constitución y amigo personal de don Juan Carlos, no es baladí. La prueba es que, a su salida del juzgado número 3 de Palma de Mallorca, tras seis horas de declaración, no se limitó a defender la inocencia de su cliente o a mostrar su satisfacción por el hecho de que hubiera podido explicar «su verdad» con todo detalle. Al contrario, hizo hincapié en cuestiones que, más que afectar al desenlace judicial de esta historia, importan a la credibilidad de la institución monárquica. «Se ha sometido a un interrogatorio exhaustivo por voluntad propia y lo ha hecho sin aforamiento ni privilegios», argumentó. «Prueba que la Justicia funciona y todos somos iguales ante la ley».
Fue el propio Rey, según fuentes de la Casa, quien instó a doña Cristina a no demorar su paso por el juzgado. En abril del pasado año, doña Cristina había sido imputada por primera vez. Entonces desde la Zarzuela se emitió una declaración de «sorpresa». Es la primera y la última vez que se ha pronunciado sobre el procedimiento, más allá de admitir que lo vive como un «martirio», y aquella excepción le valió el reproche de algunos partidos, incluido el PSOE, por lo que podía tener de injerencia en la labor de la Justicia. Finalmente, en todo caso, la Audiencia Provincial revocó la decisión del magistrado.
Imputación espinosa
Casi un año después, Castro volvió a señalar a la duquesa de Palma como posible autora de delitos fiscales y de blanqueo de dinero. Pero esta vez, renunciando al recurso, la defensa solicitó que se adelantara la declaración prevista para el 8 de marzo al 8 de febrero. ¿Un año perdido para la tarea de recuperar el crédito de la Corona? La ucronía no es un proceder muy científico, pero en el entorno de la institución creen que aquella primera imputación resultaba demasiado espinosa.
El juez no apuntaba entonces delitos tan claramente delimitados en cuantías como esos por los que hoy preguntó a doña Cristina. Sostenía que la hija del Rey podía haber consentido que Urdangarin y su socio, Diego Torres, usaran su parentesco con el Monarca en las actividades del Instituto Nóos, lo que le convertiría en«cómplice» o «cooperante necesaria».
Ese tren, en todo caso, pasó y ahora las cartas están echadas. Si las cosas no salen como la Zarzuela espera será difícil que la Monarquía supere la crisis de popularidad que arrastra desde hace ya más de dos años. Una pérdida de apoyo que se venía reflejando en las encuestas desde hace años pero a la que, probablemente, ha contribuido más que ningún otro episodio la implicación directa de ese yerno ejemplar y estandarte de modernidad que fue el duque de Palma en uno de los casos de corrupción más sonados de los últimos años. Todo en plena debacle económica, con millones de españoles afectados por los estragos de un paro galopante, la falta de crédito y los recortes del gasto en servicios fundamentales.
Queda la posibilidad de la renuncia de doña Cristina, séptima en la línea de sucesión, a sus derechos dinásticos. Pero eso es algo que, hasta la fecha, don Juan Carlos no ha querido pedir a su hija.