Arte y conciencia por el patrimonio
Antoni Gabarre ha iniciado una serie de murales en el poblado de Sancti Petri
Actualizado:Antoni Gabarre llegó a Chiclana hace 25 años. Lo primero que hizo fue visitar el poblado de Sancti Petri; lo segundo, prendarse de su esencia de tradición pesquera. Algo que ya «llevaba en las tripas», como el mismo define, por su origen barcelonés. En ese momento decidió algo que aún perdura, reivindicar que el poblado sea de los chiclaneros y que mantenga los rasgos de su génesis. Algo que ha chocado en los últimos años con el abandono al que se ha sometido el poblado. Incluso llegó a llevar a varios puntos de Cataluña en los 80 una exposición titulada 'Sancti Petri, el pueblo que no quiere morir'.
«Al margen de lo viejo que sea, hay que mantenerlo. Su antigüedad no justifica que se convierta en un vertedero», considera Gabarre. Y ese es la naturaleza de su obra en Sancti Petri. Desde hace unas semanas, el artista ha planeado una serie de murales que, combinados con el atractivo de lo añejo, persiguen «remover conciencia por el patrimonio». «Se ha dejado morir al poblado y los chiclaneros que hemos disfrutado de este enclave debemos devolverle algo», añade.
En este caso, pinturas de grandes dimensiones que reflejan el pasado pesquero y, sobre todo, almadrabero del poblado. Pero Antoni Gabarre va más allá, pretende un cambio de mentalidad en administraciones, ciudadanos o los propios colectivos del poblado; acciones que contribuyan al mantenimiento del mismo en las mejores condiciones.
Y es que además de la cantidad de edificios que se tiraron en su momento, la imagen de Sancti Petri actualmente se ha deteriorado a base de acumulación de escombros y basura en su interior.
El atún, motivo del origen
El primero de los murales está dedicado al principio de todo: la almadraba. Seis atunes evocan el origen del poblado y esta temática será la que se extenderá por otra serie de paredes que ya están preparadas. «Algunos meros, medusas que aporten algo de color y fantasía y un homenaje a la gente del mar, con la cara de un pescador, serán las siguientes figuras que rellenarán un itinerario de murales entorno a Sancti Petri», detalla el artista.
La iniciativa y su estética ha sido bien acogida por los colectivos relacionados con este lugar, cuenta Antoni Gabarre, «se sienten identificados y me dan ideas para incluirlas en las pinturas». Hasta el momento el autor no ha tenido ningún obstáculo en su contra, cree que es un arte que «impacta», pero sin ensuciar o estropear el patrimonio público.
Esta idea de crear murales que «apadrinen» espacios abandonados de la ciudad ya la inició Gabarre hace unos meses en un parque de La Barrosa, donde estampó su arte en una pared de unos 300 metros cuadrados, evocando una especie de bosque.
Después, eligió como «plato fuerte» el poblado de Sancti Petri y el sentimiento que despierta entre los ciudadanos este viejo rincón. 'Fuerte' por la cantidad de espacios y opciones que ofrece; y 'fuerte' por la necesidad de conciencia de mantener en las mejores condiciones el presente de la pequeña península chiclanera.