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Los chicos del tejado, plato fuerte de la sesión del jueves en el Falla

El coro Agua tapá abre la jornada seguido de la comparsa del Jona, Los chicos del tejado, que el llegó hasta las semifinales el año pasado con Los embaucadores

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El coro Agua tapá abre la séptima sesión de hoy jueves en el Falla. A continuación la comparsa semifinalista Los chicos del tejado, plato fuerte de la noche.

Hoy actúan: Jueves 6 de febrero

Coro Agua tapá

Comparsa Los chicos del tejado

Chirigota Los recomendaos

Comparsa Mejor dentro que fuera

DESCANSO

Chirigota La quinta del buitre

Comparsa Artesanos |

Chirigota Los contorsionistas

Comparsa Los muertos de Rajoy

Así se vivió la sesión de anoche

Los tratarabuelos

San Benigno: Si Darwin levantara la cabeza, allí entre Chiclana y Medina, vería con orgullo desde la ladera que sus postulados sobre la evolución de la especie llegan al tango. Los primeros gaditanos, que tenían unas orejas estupendas para colgar las bolsas del súper, ya manejaban las esencias de la pieza clave del repertorio local. Y no hacen más que mejorarlas. No eran fenicios ni romanos. Eran gorilas, pero sin traje ni puerta que custodiar, tipo chimpancé. Sobrevive desde ellos lo mejor de lo antiguo, lo más fuerte, el ‘pellizcus intensérrimus’, actualizado con una falseta sublime que provoca una reacción subcutánea gorda aunque los más estirados dijeron que era fresquito que entraba de la calle, corriente. Especialidad de la casa que marca la actuación de este coro primitivo, simiesco, que entre tanta animalidad, fitetú, destaca por la musicalidad. Es decir, que es fiel a sí mismo. Suenan igual de bien que cuando aquel otro mono lanzó el hueso al espacio y habló Zaratrusta. Pero con el mérito añadido de que aquel ni cantaba ni tocaba instrumento alguno. Por mantener su apuesta evolutiva, le dan una vuelta acertada al tradicional piropo en la letra del primer tango. Lograda. Si no redonda, ovaladita por lo menos. Dicen que les gustaría soltarle requiebros a la ciudad pero hacen un paseo por edificios abandonados, solares yermos, proyectos abandonados y barrios parados. Que así no hay quién pueda. En el popurrí hacen honor a su fama de coro ameno, divertido, achirigotado en el más noble sentido del término. Gracias.

San Maligno: La evolución también tiene lacras. Ni cuatro frases tardó en aparecer la peste esa del ‘metacarnaval’, que en tiempos no existía. Que si Aragón para arriba, que si Juan Carlos para abajo. De los que no están presentes, no se habla. Pesadez. Los cuplés, tremendamente mejorables. Pero vamos, que yo soy un ‘sieso’, triste y ‘amargao’. Mira el retrato.

Los amancio hortera

San Benigno: Tiene la chirigota eterna, viñera o no, la capacidad de provocar una especie de emoción, de forma automática, tras hacer que la percusión rebote en el estómago del oyente. Y el ritmo ya no para. Es un compás particular. Y ese ratito se olvida todo. Con el tipo, sin embargo, recuerdan al comerciante de siempre, al sarna en versión textil. Gran acierto que vayan de dueños de mostrador de siempre, sin demasiada pluma, que habría recordado a otra chirigota. Tiene algo que crea complicidad el tipo. Un acierto, creo, pese a lo difícil de reconocer que pueda ser de un vistazo. Presentación llena de motivos para disfrutar con sonrisas. Pasodoble turbo, también del sector viñícola. Les gusta tratar de cantar bien y (aunque no tengo la menor idea) parece que lo logran, han ensayado cosa mala. Con su piano central, elemento imprescindible en este tipo de chirigota. Surte efecto, llega, pega. Primera letra deportiva, al Carnaval inolvidable que pasaron con la agrupación en 2013. La segunda arranca como homenaje a Mariana Cornejo y acaba como reivindicación de Pedro Romero. Original el enfoque, sentido el contenido. El estribillo también está en la mejor tradición clásica, corto, con chascarrillo político y fácil de recordar, de seguir, de repetir. El homenaje a don Arturo Fernández y su presencia con retrato en el escenario ayuda a ubicar al personaje. Estamos hablando de gente de bien. Divertidos juegos visuales en presentación y popurrí.

San Maligno: Queda la sensación de bajada, de más a menos. Quizás porque los cuplés, como corresponde a los que saben de estrategias en el juego éste, no serán ni de los ocho mejores que lleven. Recurrieron a la televisión (¡¡un palo, un palo!!) y a la broma del Carnaval interno (metacarnaval, coñas con otras agrupaciones). Cuestión de gustos y no coinciden con el mío. Una pena. Chica, pero pena.

La reina de mi casa

San Benigno: Nada menos que una comparsa como las demás. Con sus juegos de voces currados contra los prejuicios, con su capacidad para transmitir lo cotidiano que hay que tener valor para colarse vestida de ama de casa, guatiné glam. Crítica de su vida cotidiana de esclava con corona. Conciencia social y todo. Pasodoble al paro. Detallazo acordarse de una fémina divulgadora: Mari Pepa Marzo. Tienen sus ‘groupies’, como todas. Coño, una comparsa como todas contra los elementos. Nada menos.

San Maligno: Otra comparsa como las demás. Con sus juegos de voces raros y mucha pena. Hay que tener valor para colarse de ama de casa. ¿Te acuerdas de ‘Lo que diga mi mujer’? Pues la mujer. Cuplé escatológico chungo. Una comparsa como casi todas.

Los camuflaos

San Benigno: Van de camaleones (ahora vuelve a leer el nombre ¿bueno, verdad?). Son jóvenes y esto les gusta. Habrá que suponer que es suficiente y que tienen derecho. Pero les cuesta mucho, también en el sentido material y crematístico del verbo. Tanto que en su primera letra de pasodoble se quejan de que se dejan una pasta en la fianza para el Concurso, en el tipo, en los ensayos, en ir y venir. Un pastizal.

San Maligno: ¿Merece la pena ese sacrificio de perras ? La cosa está fea como para gastar por gastar si tantas dudas tienen. Y el frío que hace para ir a ensayar. Se lo pueden plantear. «He escuchado a iguanas cantar mejor», me wassapea un compi. No gustó ‘nati’ lo que sonó, ni música de pasodoble, ni letras (ETA, ese clásico)... También es verdad que me horroriza el 90% de las comparsas de los últimos 19 años. A ver si es cosa mía.

Se llamanopla

San Benigno: Será que soy tan buenito, que no me atrevo, que me gustaría y no me sale pero muero con la poca vergüenza y hay que tener mucha para salir de concursante de reallity de copla cruzado con uno que se está duchando. Esa viene a ser la explicación del tipo. Chocante. Surrealista. Descacharrante. Que Dios Momo les conserve el sentido del humor, la osadía y el atrevimiento ya que nacieron sin pudor. Chirigota gamberra, afortunadamente. Escasean ya. Este tipo de parodias y autoparodias las echa de menos el Concurso, o una parte de los espectadores. Conexión entre chirigota oficial y callejera, liviana, menos ensayada. Aleluya. Un grupo de cuando este mundo no se tomaba tan en serio. En el segundo pasodoble lo dicen así de claro, lo reivindican. Puede que no compitan pero disfrutan. Para salir a cantar en toalla hay que estar en forma. La mitad daba el tipo.

San Maligno: La informalidad le sentará, a la chirigota, todo lo bien que quiera el santito de antes, pero si la mitad de los grupos actuaran así, el Concurso del Falla se despeñaría en la indiferencia. Vale el atrevimiento pero un poquito más de ingenio –además del morro, que se les agradece– resultaría conveniente, aunque fuera para la calle, sin rollos, sin competir. Se equivocaron al entrar en un pasodoble, incluso en alguna cuarteta, abusaron de la tele (el tipo ya es una idea televisiva) y del manido intracarnaval. También, quizás, del recurso del diálogo. Estaría bien que divirtieran tanto como se divierten.

La tómbola

San Benigno: Igual que sucedía con los cantantes, debe de haber comparsas melódicas. Son amables, fáciles y agradables de escuchar. Eso sucede, parece suceder, a pesar de que tienen toda esa complejidad alambicada de tonos y voces que sólo algunos iniciados, practicantes o estudiosos de la cosa, aprecian y valoran. Pero carecen de la solemnidad tan irritante en las comparsas que, a cambio, claro, lo tienen más fácil para emocionar y conmover, para transmitir. A este grupo cordobés, primorosamente trabajado, con eco exquisito, le sucede algo así, como a todos los grandes grupos de esta modalidad. Esos que van, inmediatamente, detrás de los mayores en las preferencias de la hinchada. Resulta curioso imaginar lo que podría dar un grupo así en un local pequeño, en alguna calle confortable, una tarde cualquiera de Carnaval. En su pasodoble primero lamentan la dificultad que supone ser ‘no-gaditano’ en un concurso tan gaditano. En el segundo, dejan una frase grande: lamentan que los españoles tengan que conformarse «con los restos de la democracia de sus abuelos». No es la única gran frase de un repertorio espléndidamente escrito. Los cuplés mejoran la plana tendencia de la modalidad y el popurrí se beneficia de una lúcida elección de músicas.

San Maligno: A esta comparsa le pasa como a la gente honrada, guapa, buena, limpia y puntual. Que nadie la recuerda a los veinte minutos. Todo tan higiénico y tan correcto, tan simétrico, perfecto y cuidado... Qué bien le vendría algo de la chirigota Torrente de antes a esta impecable comparsa Disney. Y viceversa.

El show de Johnny Fulano

San Benigno: Pedazo de tipo. De pianistas de aquellos barrocos de los 70, de cuando Elton John daba cosa (si no la da todavía), de Liberace y todos aquellos. Con piano y todo. Efectista y divertido, al menos para el Teatro Falla. Luego sueltan un repertorio por encima de la dignidad (si es que eso está situado en alguna parte). Correctos, por encima de la media, lo mires por dónde lo mires, en soniquete, en voces, por ensayada, en letras. El primer pasodoble reivindica su orgullo de clase media del Concurso del Falla, muy lejos de las aristocracias, de las estrellas que se van a cantar fuera de este teatro (otra vez el mismo asunto, inevitable al parecer). De los grupos que es una suerte encontrarse cuando acaba esta peculiar competición. Cuplé y estribillo en la misma línea. Nada espectacular, puede que algo de chistómetro, pero efectivo. Pasen o no pasen, pasarán un buen rato. Y los harán pasar. En Chiclana o dónde sea. Acertado montaje pianístico en el popurrí.

San Maligno: Es verdad que dicen querer disfrutar, sin competir pero eso lo dicen todos y luego pasa lo que pasa. Así que si quieren seguir disfrutando cada vez más, como espectador ignorante, sin conocimientos ni experiencia, cabe animarles a atreverse un poco más. En la elección de temas, en los cuplés, sobre todo en la selección de música para el popurrí. Vistísima la escogida.

Érase una vez, los malos

San Benigno: Érase una vez la última agrupación de la noche que, si tienes una edad y esto del Falla gusta lo justo, es una pedazo de virtud, beatífica, imbatible. Van de jokers de ‘Batman’, versión libre. De villanos sofisticados, de cuento. No sé si son famosos pero igual lo son pronto. Suenan como las grandes del todo. Gran remate de pasodoble. Dos estribillos distintos. Popurrí vistoso, lujoso en voces y letras. Todo muy trabajado.

San Maligno: Por qué cantan tan alto los que hacen de ‘ortavillitas’? Me asustan. En Cádiz podría haber alguien durmiendo. Una exhibición, sin duda. Para los que la sepan apreciar. Lo de cantar a las ausencias llega ya a obsesión. Encima, con esa letra ¿Algún grupo de la noche ha evitado el tema? Los cuplés los tienen que mirar. Por todos lados.