Baloncesto | COpa del Rey

El Unicaja prolonga su maldición

El equipo malagueño volvió a caer en cuartos en la tercera ocasión en que ejerció como anfitrión en la Copa del Rey

MÁLAGA Actualizado: Guardar
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No hubo milagro y el Unicaja no pudo romper el mal fario en su pista. No parecía un reto sencillo ya que el CAI había ganado en sus dos últimas visitas al Martín Carpena y llegaba con el acicate de que era el único de los siete posibles rivales de la Copa del Rey que había logrado batir en la liga regular a los de Joan Plaza.

No se podía decir que hasta ahora el Unicaja había sido un anfitrión afortunado en la Copa del Rey. En las dos ediciones anteriores en las que Málaga había ejercido como sede del torneo, el conjunto local cayó a las primeras de cambio. Es una maldición que no sólo es cosa de los andaluces, ya que suele acompañar al equipo local, y que sólo se ha roto en dos ocasiones, en Zaragoza en 1984 y en Vitoria en 2002, cuando el CAI y el TAU, respectivamente, se hicieron con el título.

El principio del encuentro no auguraba nada bueno para los costasoleños. Los pupilos de José Luis Abós comenzaron dominando ante un desacertado rival. Maduraban la jugada y apostaban por hacer llegar el balón a Shermadini, que gobernaba bajo los aros y llevaba a los suyos dominar en el marcador.

Pero en el segundo cuarto llegó la explosión de Kuzminskas. En apenas ocho minutos aportó trece puntos en una serie de seis tiros sin fallo y disparó al Unicaja, bien secundado por Caner-Medley y Dragic. El trío permitió que el conjunto malagueño lograra la primera ventaja importante del encuentro (34-24). El CAI se aferró a su pívot georgiano para irse al descanso sin perder la cara a la eliminatoria.

El descanso sentó bien al CAI, que recondujo el rumbo pese al acierto del ‘21’ rival. A los de Plaza les faltó continuidad y cierto criterio en la dirección, con un Jayson Granger desacertado e impreciso. Y ante un equipo tan serio y trabajado como el aragonés, tantos errores se acaban pagando. Poco a poco, canasta a canasta, se fue acercando. Hasta que Rudez acertó con un triple que devolvió a los maños el mando. La remontada se había hecho efectiva, pero el parcial a su favor seguía abierto y se fue hasta un sorprendente 2-16 sin que los cajeros encontraran brecha alguna en el sólido engranaje rival en la que buscar una solución y con menos de un cuarto para intentar levantar el 51-58 alcanzado por el CAI. La solución de Plaza fue sentar a Granger y optar por Sergi Vidal para, al menos, despertar en defensa. Pero el intercambio de canastas que se desató favorecía a los de Abós. Dos triples de Sanikidze y Rudez, otra vez, acercaban la semifinal (58-66).

A Unicaja sólo le quedaba tirar de épica apoyado por un público entregado. No eran suficientes argumentos ante un adversario al que no le templaba el pulso. Por un momento, pareció que salvaba los muebles pero, con Kuzminskas olvidado en el fondo del banquillo, fue un quiero y no puedo y el CAI asestó la puntilla definitiva con el tercer triple decisivo de su alero croata (65-72) y menos de dos minutos en el cronómetro, distancia insalvable entre tanto despropósito local. La presión y la sucesión final de faltas sólo sirvieron para elevar el marcador hasta el 74-79 final.

Tres de tres. Unicaja sigue inmerso en su maldición, mientras que el CAI volvió a asaltar el Martín Carpena, su segunda casa.