El largo camino recorrido de Chamonix 1924 a Sochi 2014
Coraje, determinación y riesgo fueron valores defendidos por Pierre de Coubertin que siguen presentes en la nieve y el hielo
SOCHIActualizado:El viernes 7 de febrero comienzan en Sochi los XXII Juegos Olímpicos de Invierno, que poco se parecen a los primeros de Chamonix 1924, en Francia, aunque los valores defendidos por Pierre de Coubertin, renovador del olimpismo a finales del siglo XIX, siguen vigentes en la nieve y el hielo.
El coraje y la determinación siguen estando presentes, así como el peligro en lo alto de un trampolín de saltos de esquí, que también acompaña a los pilotos de bobsleigh y luge cuando bajan a toda velocidad por los tubos de hielo, o a los esquiadores que descienden las pistas nevadas a más de 130 km/hora.
Pero aparte de esas constantes, todo ha cambiado. Y estos XXII Juegos de Invierno, tal y como serán organizados en Sochi, serían irreconocibles para los pioneros de 1924.
El despliegue de la televisión, las redes mundiales de comunicaciones, la prosperidad económica y muchos otros adelantos, puestos unos junto a otros, constituyen una verdadera revolución.
Todo eso contribuyó a hacer de la fiesta invernal casi intimista de los comienzos un acontecimiento planetario que mueve millones de dólares y es seguido atentamente por miles de millones de personas en todo el mundo.
En 1924, la Semana Internacional de Deportes de Invierno de Chamonix no pudo tomar el nombre de Juegos Olímpicos porque los países escandinavos se oponían, temiendo que hicieran sombra a sus Juegos Nórdicos.
Esos primeros Juegos de Invierno llegaron gracias a la perseverancia de un puñado de dirigentes entusiastas, que querían hacer entrar la nieve y el hielo en la categoría olímpica.
De este modo, treinta años después de los primeros Juegos de Verano, en 1896, llegó la versión en hielo y nieve, en 1924. Pero hizo falta un año más para que el Comité Olímpico Internacional (COI) reconociera implícitamente esa Semana de Chamonix como los primeros Juegos de Invierno de la historia.
Así fue como los apasionados del deporte han podido disfrutar de más de 80 años de una competición que aúna suspense, riesgo y a veces controversia.
Nunca se dudó de su éxito, el número de periodistas aumentaba sin cesar... Y sin embargo, los organizadores de los Juegos de 1932 en Lake Placid tuvieron que afrontar las consecuencias de la Gran Depresión de 1929.
Los Juegos de 1936 en Garmisch-Partenkirchen se celebraron en pleno nazismo, inaugurados por Adolf Hitler y los de 2002 en Salt Lake City superaron un escándalo de corrupción.
Como los de Verano, los Juegos de Invierno acompañaron el curso de la historia. Pero, en contraste, durante mucho tiempo no sufrieron los sinsabores del dopaje ni conocieron el boicot organizado.
En 1960 en Squaw Valley (Estados Unidos), la aparición de los derechos de retransmisión televisiva hizo entrar a los Juegos en una nueva era, en la que la televisión se convertía en un socio tan inevitable como exigente para el COI.
Los caprichos del clima dieron muchos quebraderos de cabeza a los organizadores, entre temporales, ráfagas de viento mortales y avalanchas de nieve apocalípticas. Los cañones de nieve y las pistas de patinaje cubiertas redujeron considerablemente esas preocupaciones.
Muchos dicen que el olimpismo vendió su alma hace cuarenta años, rindiéndose a los encantos de las sirenas del márketing y los negocios. Durante mucho tiempo, el COI y su ex presidente Avery Brundage lucharon contra la intrusión del dinero, pero éste ganó el pulso, con todos los riesgos que implica.
Tras ese rostro más oscuro de los Juegos subsisten a pesar de todo los campeones y sus hazañas. Clas Thunberg, Sonja Henie, Johan Groettumsbraaten, Toni Sailer, Jean-Claude Killy, Jayne Torvill y Christopher Dean, Eric Heiden, Katarina Witt, y más próximos, Vreni Schneider, Ingemar Stenmark, Bjoern Daehlie, Alberto Tomba, Ole-Einar Bjoerndalen y Jana Kostelic quedarán como ejemplo de generaciones pasadas y futuras.
Esos magníficos campeones son la valiosa herencia legada por los Juegos de Invierno al olimpismo.