Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Una mujer sujeta un cartel con la imagen de El-Sisi. :: AFP
MUNDO

El retorno de los perdedores de la revolución egipcia

Con la salida del poder de los islamistas, la rehabilitación política y social de figuras del régimen de Mubarak ya es una realidad

PAULA ROSAS
EL CAIRO.Actualizado:

Empiezan a volver discretamente. Pequeñas noticias aquí y allá. Breves apariciones en televisión, artículos en algún diario con justificaciones que hace tres años habrían sido intolerables pero que hoy, en el Egipto posgolpista, suenan razonables para muchos opinadores. La rehabilitación política y social de figuras del antiguo régimen de Hosni Mubarak empieza a ser una realidad en un país donde los perdedores de la revolución de 2011 han empezado a cobrarse su venganza.

Los estudiantes de la Universidad de El Cairo andaban la semana pasada revueltos al conocer que Ahmed Nazif, el que fuera primer ministro en los últimos años antes de la revuelta, había recuperado su viejo empleo de profesor en la facultad de ingeniería. Nazif, que fue sentenciado en 2012 a tres años de prisión por delitos de corrupción con los que habría amasado una fortuna de hasta 10 millones de dólares (7,4 millones de euros), es un hombre libre desde el verano pasado, cuando su sentencia fue revocada.

Al igual que Nazif, gran parte de los antiguos colaboradores de Hosni Mubarak que fueron condenados en los meses posteriores a la revolución por tramas corruptas y por esquilmar los recursos del Estado, han sido liberados. Como Fahi Surur, el exportavoz parlamentario y uno de los hombres más poderosos del Partido Nacional Democrático, con el que Mubarak controló Egipto durante 30 años, que reaparecía el mes pasado dando una charla sobre las bondades de la nueva Constitución, conferencia que era retransmitida por un canal de televisión.

También en la pequeña pantalla reaparecía el empresario hispano-egipcio Hussein Salem, refugiado en España y que se enfrenta a 37 años de cárcel por blanqueo de capitales, vender gas a precios por debajo del mercado a Israel y, básicamente, robar de los fondos públicos a manos llenas. Salem llamó recientemente a dos programas de televisión para asegurar que estaba dispuesto a ceder la mitad de su fortuna, estimada en miles de millones de dólares, a cambio de limpiar su expediente, un trato que ya se empezó a gestionar durante la presidencia del islamista Mohamed Mursi.

Un portavoz del Gobierno también intervino en el mismo programa de televisión para anunciar que las puertas estaban abiertas para todos los «empresarios honorables» que quisieran regresar a Egipto con propuestas interesantes. Otros grandes hombres de negocios como el constructor Yasin Mansur o Hamed al-Chiati, uno de los más potentes en el sector del turismo, ya han regresado a Egipto y se encuentran en negociaciones con el Ejecutivo.

El propio 'rais', sin ir más lejos, está siendo juzgado de nuevo después de que un tribunal anulara su cadena perpetua por permitir la muerte de cientos de manifestantes. Pero, hoy en día, desde el hospital militar en el que se encuentra ingresado, Mubarak no deja de ser un hombre libre. Las periódicas sesiones de su juicio han dejado de ser noticia en Egipto, lo mismo que las excarcelaciones de sus ministros y camarilla, juzgados en su momento a toda prisa para aplacar las iras de los revolucionarios, pero en procesos inconsistentes que han acabado por desmoronarse.

El temor a que estas figuras vuelvan a tener un peso en la vida pública no es comparable, aseguran muchos egipcios, al nefasto mensaje que sus casos envían al Egipto en transición: la corrupción, incluso a gran escala, puede quedar impune. Aunque para los más acérrimos seguidores del nuevo Gobierno respaldado por los militares «jamás se va a permitir que esa gente regrese; robaron y nos engañaron y los egipcios nunca volveremos a aceptarlos», como sostiene Amira Mohamed, un ama de casa cairota, para otros, su rehabilitación es ya una realidad. «Los están soltando a todos. La justicia nos ha abandonado», se lamenta el taxista Salah Ahmed.

«Políticamente hablando, hay nuevos jugadores en el campo, que no les van a permitir que vuelvan con todo su poderío», asegura Walid Kaziha, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana de El Cairo. Muchos de estos antiguos miembros del PND, que fue disuelto tras la revolución, sobrepasan los 70 años y van a tener que enfrentarse a una nueva casta de aspirantes al poder más jóvenes y con reputaciones menos manchadas. Pero, como ya se empezó a vislumbrar durante las protestas del pasado verano contra el islamista Mohamed Mursi, que acabaron en el golpe de Estado de los militares, las antiguas redes de caciques rurales que ayudaron a sostener durante 30 años a Mubarak, vuelven a estar operativas.

Apoyo a El-Sisi

Entonces utilizaron su influencia y recursos para canalizar la frustración de los desilusionados con Mursi. Ahora, probablemente, para aupar a la presidencia al mariscal Abdelfatah el-Sisi, que podría anunciar su candidatura en breve. Con el apoyo de estas redes, que se han mantenido en un discreto segundo plano en los últimos años, algunos analistas temen que el nuevo régimen podría acabar tan enraizado como el de Mubarak.

Pero con la economía aún hecha trizas, las nuevas autoridades «van a necesitar el apoyo y las inversiones de todos estos grandes empresarios fugados», señala el analista. La misma crisis económica que en gran medida tumbó a Mohamed Mursi es la patata caliente que ha heredado el actual gobierno interino y que pondrá a prueba a los futuros gobernantes. La situación apenas ha mejorado y ni el turismo ni las inversiones extranjeras han regresado por lo que Egipto sigue sosteniéndose gracias a la ayuda de los países del Golfo, que han prometido desde el golpe unos 12.000 millones de dólares (8.800 millones de euros).

«Las nuevas autoridades tienen mucho músculo, controlan sobre todo el aparato de seguridad, muy importante para mantener el dominio de este país, pero tienen que combinarlo con una mejora de la economía si quieren mantener el apoyo de la gente a medio-largo plazo. Así que, con casi toda seguridad, veremos el retorno de ese viejo capital», augura Kaziha.