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Centenares de votantes guardan cola en uno de los centros electorales instalados en San Salvador. :: ULISES RODRIGUEZ / REUTERS
MUNDO

La izquierda que agita Latinoamérica

Con la bendición de Cuba, los partidos afines al eje bolivariano avanzan en el continente frente a la influencia de Washington

MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO CORRESPONSAL
LA HABANA.Actualizado:

Los gobiernos de Latinoamérica permanecen atentos a los resultados de las elecciones de El Salvador y Costa Rica ante la posibilidad de seguir sumando fuerzas a la izquierda o la derecha en la correlación de poderes continentales. Se da la circunstancia de que en los dos pequeños países centroamericanos, la izquierda tiene, según las encuestas, posibilidad de retener o conquistar la Presidencia. De ser así, el bloque rojo ganaría peso en el contexto internacional.

En El Salvador, el exguerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), lleva ventaja para retener el poder alcanzado de la mano de Mauricio Funes en 2009, que ese mismo año restauró relaciones con Cuba pero estuvo comedido en el trato. De hecho, fue -dijeron que por motivos de salud- uno de los tres mandatarios que estuvieron ausentes en la pasada II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que ratificó en La Habana el fin del aislamiento. Todo un éxito diplomático del Gobierno comunista de la mayor de las Antillas.

Pero si como se prevé llega a la primera magistratura de la nación -aunque sea en una segunda vuelta que debería celebrarse el 9 de marzo-, el excomandante del FMLN y vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, de 69 años, estrechará la relación con Cuba y todo el eje bolivariano (Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros gobiernos latinoamericanos posicionados frente a Washington).

No será una sorpresa porque Sánchez Cerén ha anunciado en su programa electoral que integrará a El Salvador en la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) y a Petrocaribe, las dos organizaciones creadas por el fallecido presidente Hugo Chávez para fortalecer la integración política y económica de una región considerada hasta hace muy poco como el patio trasero de Estados Unidos. También que su modelo es el implantado por el uruguayo José Mujica.

Cuando Chávez dijo en 2006 «el ALCA al carajo» no sabía que iba a conseguir dejar prácticamente en agua de borrajas el Tratado de Libre Comercio impulsado desde la Casa Blanca. El líder bolivariano impulsó también bloques como la Unasur y no paró hasta que el país petrolero ingresó en el Mercosur. Coaliciones políticas y comerciales donde no participa Estados Unidos y tampoco Canadá, aunque con este país la Latinoamérica rojilla no tiene tantos recelos.

La relación del actual vicepresidente con el Gobierno castrista se remonta a 1980, cuando los entonces rebeldes salvadoreños crearon el FMLN. Este movimiento insurgente mantuvo una guerra de guerrillas durante doce años, hasta que se firmó la paz en 1992. Cuba, por aquel entonces, también apoyaba a las guerrillas del continente. En los últimos años, la izquierda ha llegado a gobernar ganando en las urnas.

Comunista y chavista

Si el candidato del opositor e izquierdista Frente Amplio, José María Villalta, gana la Presidencia -según las encuestas necesitaría una segunda vuelta el 4 de abril- habría una mayor aproximación a Cuba. Es un activista social, ecologista y abogado, que lidera el que se constituyó en 1930 como el primer partido comunista en Costa Rica y con estrechas relaciones con la revolución cubana. Sin embargo, las relaciones diplomáticas bilaterales se rompieron en 1961, cuando Fidel Castro declaró el país como «marxista y leninista», y no se restablecieron hasta 2009 durante el gobierno de Oscar Arias.

El país está muy dividido pero el joven político, 36 años, a quien sus adversarios tildan de «comunista», «chavista» y «amigo de (Daniel) Ortega», podría llegar a suceder a Laura Chinchilla y arrinconar al aspirante del oficialismo, el exalcalde capitalino Johnny Araya, del Partido Liberación Nacional.

Si esto sucediera sería un hecho histórico porque la nación centroamericana ha sido gobernada durante décadas por gobiernos de derechas. En esta cumbre de la Celac, funcionarios costarricenses fueron, junto con el mandatario chileno Sebastián Piñera, los únicos que se atrevieron a entrevistarse con disidentes, y fueron considerados por el Gobierno de Raúl Castro como mercenarios de Estados Unidos y contrarrevolucionarios.

Con Villalta en el poder, seguramente eso no hubiera ocurrido, aunque, como dijo Chinchilla en la cumbre, su país, «gane quien gane», continuará en el foro abierto al dialogo con las Naciones de América Latina y el Caribe. En palabras de Nicolás Maduro, «el evento demostró lo acompañada que está Cuba, que no está sola».

Un hecho que, junto con el reforzamiento de las izquierdas desde Río Grande a la Patagonia, preocupa a la derecha. En este caso concreto muy especialmente a la salvadoreña y la costarricense, ambas salpicadas por diferentes escándalos de corrupción. También porque han jugado desde el principio a hacer «campaña del miedo» para evitar que sus enemigos ideológicos lleguen a la presidencia.