Cata del futuro
Un equipo español desarrolla una lengua eléctrónica capaz de distinguir los diferentes tipos de cerveza
MADRID Actualizado: GuardarUn montón de sensores y un programa electrónico para saber interpretar lo que captan. Conforman la base para construir el último invento que ha salido de la Universidad de Autónoma de Barcelona: una lengua electrónica (sistemas de análisis sería su nombre más técnico) que identifica los componentes y sus proporciones. Después vienen muchas horas de laboratorio y de trabajo. La Unidad de Química Análitica, más en concreto, ha sido la encargada de este invento que puede ayudar a la industria alimentaria a mejorar la calidad de sus productos a través de los procesos de cata.
Para probar que la teoría no fallaba, el equipo dirigido por Manel del Valle decidió probar su experimento con una de las bebidas más populares del mundo: la cerveza. Entrenaron a su lengua (electrónica, se entiende) para que supiera identificar las diferentes modalidades de cerveza que existen gracias a sus 21 electrodos selectivos a iones. Estos, a su vez, estaban divididos según la respuesta: a cationes (amonio, sodio), a aniones (nitrato, cloruro, etc.) y otros simplemente eran genéricos. Estos últimos tipos de sensores “generan un variado espectro de información con herramientas avanzadas de procesamiento, de reconocimiento de pautas o incluso redes neuronales artificiales”, explica Del Valle, autor principal del trabajo, publicado en Food Chemistry.
El uso de la cerveza, según reconoce el investigador, puede ser “trivial” en un principio; pero en el aspecto químico no es así. De esta manera, los investigadores pudieron comprobar que la lengua distinguía las cervezas (negra, rubia, doble malta, alsaciana, pilsen o con poco alcohol) con un acierto del 81,9%. “Esta aplicación se podría considerar un sensor por software, ya que el etanol presente no da respuesta directa a los sensores utilizados, que solo responden a los iones presentes en la solución”, comenta el investigador.
Además, para comprobar que el experimento funcionaba, le dieron a probar a la lengua una clara o una cerveza con limón. Los sensores tarabajron a la perfección, pero se quedaron a medias en su resolución. “Una lengua entrenada no sabe lo que es pero distingue todos sus componentes”, apunta Del Valle, que hace unos años hicieron una prueba similar con cavas. Incluyeron los más habituales (brut, brut nature o semi) y una muesra discordante: el champán. Los resultados fueron similares.
Esta nieva herramienta tiene claramente como objetivo a la industria alimentaria, ya que puede reforzar el trabajo de los ctadores haciendo pruebas nocturnas o en fin de semana y, en un futuro, poder dar el sentido del gusto a los robots. Por el momento, según desvela la agencia SINC, estos sensores ya han captado el interés de laboratorios estadounidenses. Así, se han hecho patentes conjuntas entre la Universidad de California y la Universidad Autónoma de Barcelona para su utilización.