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La inoportuna gripe de Yanukóvich
El presidente de Ucrania, de baja por enfermedad, cancela las negociaciones y acusa a la oposición de «atizar la revuelta»
KIEV. Actualizado: GuardarLa repentina enfermedad del presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, que deja en suspenso las conversaciones que venía llevando a cabo con sus adversarios y las negociaciones para la formación de un nuevo Gobierno, abren un periodo de incertidumbre en medio de una crisis política que dura ya casi dos meses y medio. Alexánder Ordú, responsable del departamento sanitario de la administración presidencial, declaró ayer que el jefe del Estado «está de baja debido a una afección respiratoria aguda, acompañada de fiebre muy alta». Poco después, en la web de la Presidencia aparecía un comunicado de Yanukóvich asegurando que «hemos cumplido nuestros compromisos», en referencia a la dimisión del Gobierno, a la derogación de las leyes «represivas» que hicieron estallar de nuevo los desórdenes el pasado día 19 y a la ley de amnistía aprobada el miércoles en la Rada (Parlamento).
En su mensaje a la nación, el presidente acusó a la oposición «de atizar la revuelta, llamando a la gente a seguir en calle, a pesar del frío, y en aras de satisfacer las ambiciones políticas de algunos personajes». «No hay futuro para el país y los ciudadanos si los intereses políticos de ciertos grupos se anteponen a la existencia de la propia Ucrania», alertó Yanukóvich. El presidente recordó que todas las concesiones fueron pactadas con los dirigentes de las tres formaciones que encabezan las movilizaciones en la plaza de la Independencia (Maidán), Batkívshina (Patria), la Alianza Democrática de Ucrania por las Reformas (UDAR) y Svoboda (Libertad), y que ahora les toca a ellos mover ficha.
Ayer en el Maidán todos coincidían en señalar que la «supuesta enfermedad» del presidente «no es más que un pretexto para esconderse y ganar tiempo». Así lo estimaba un miembro del servicio de orden de Batkívshina llamado Yuri. Según su opinión, «la baja médica le sirve para suspender los encuentros con la oposición y no tener que seguir cediendo para resolver la crisis».
Los «desobedientes»
Por su parte, la diputada Inna Bogoslóvskaya, que acaba de abandonar la formación que lidera Yanukóvich, el Partido de las Regiones, cree que ahora «se abre un periodo en el que el presidente pretende deshacerse de los desobedientes, reagrupar fuerzas y diseñar una estrategia para acabar con la revuelta mediante la fuerza». Bogoslóvskaya prevé que habrá ahora un paréntesis de unos 15 días y luego el jefe del Estado pasará a la acción.
Algunos manifestantes bromeaban ayer diciendo que el presidente ruso, Vladímir Putin, «ha llamado a Yanukóvich y le ha exigido, bajo amenaza de congelar los créditos, que no haga nada mientras dure la Olimpiada de Invierno de Sochi a fin de no desviar la atención mediática». Después no importa ya lo que pase. Los Juegos de Sochi tendrán lugar entre el 7 y el 23 de febrero.
Yanukóvich acudió el miércoles por la noche a la sesión de la Rada para reunirse con su grupo parlamentario, entre quienes había diputados dispuestos a aprobar el proyecto de ley de amnistía presentado por la oposición. Es decir un texto que no condicionaba el indulto al desalojo de los edificios oficiales en manos de los manifestantes.
El máximo dirigente ucraniano llegó a amenazar a sus propios parlamentarios con disolver la Rada, logrando así que se atuvieran a la disciplina de voto. Al final fue aprobada la variante de amnistía presentada por Yuri Miroshnichenko, jefe del grupo parlamentario oficialista. Esta ley, en cuya votación los tres partidos opositores se abstuvieron, entrará en vigor solamente en el caso de que lo participantes en las protestas desalojen los edificios ocupados en Kiev y en otras ciudades del país. La norma fue aprobada por 232 votos a favor, seis más de los necesarios.