¡Muy bien, señor Rajoy!

Tras la lucha atroz para echar por tierra el Anteproyecto de la nueva Ley del Aborto, he querido entender en las palabras del presidente del Gobierno, cuando habla de 'puntos controvertidos', la necesidad de añadir a esa Ley, un nuevo artículo donde sea condición indispensable para la mujer que se decida por el aborto, que se le muestren imágenes de la forma en que se realizan esos abortos, con toda su crudeza, por aquello de que es preferible una 'verdad dura' que una 'mentira piadosa', informándosele de los métodos que pueden aplicarle, tales como: «Aspiración y rascado con utensilios cortantes», «Envenenamiento salino que provoca quemaduras con grandes sufrimientos para el feto», «Aborto por cesárea, extraído y abandonado, aún con vida, en un recipiente.»

También me ha conmovido las manifestaciones del señor Rajoy que pretende aprobar esa ley con 'sensibilidad y delicadeza', suponiendo que la delicadeza estará en crear un organismo para atender a esos niños nacidos, aunque no queridos, y poder facilitar así a muchos matrimonios su deseo de adoptar con rapidez a esos pequeños seres indefensos que tienen derecho a vivir, aunque sus madres biológicas, por las causas que sean, no puedan hacerse cargo de esas vidas. Y ya que parece que conoce el Evangelio y manifestado algunas de sus frases en el Congreso, recientemente, le recuerdo, al efecto, aquella de «.. bendito es el fruto de tu vientre.»