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tiene 55 años

Un príncipe vestido de mariachi competirá en Sochi

Hubertus von Hohenlohe, hijo del magnate que concibió la Marbella de la 'jet', participará en los Juegos de Invierno con un peculiar traje que homenajea a la cultura mexicana

S. PEREA
MADRIDActualizado:

Será el único representante mexicano en Sochi, pero su nacionalidad, tan inusual para esta competición, no es el detalle más llamativo de este peculiar deportista de alta montaña. Hubertus Von Hohenlohe-Langeburg nació en el seno de una familia de rancio abolengo. Su madre le trajo al mundo en la tierra de los aztecas casi por casualidad. Su padre, nada menos que Alfonso de Hohenlohe -el magnate teutón que cimentó la Marbella de la 'jet'- estaba desplegando la firma Volkwagen por aquellos lares. Habituado a las excentricidades, el noble participará en los próximos Juegos de Invierno con un traje que rinde tributo al Mariachi, patrimonio inmanente a la cultura mexicana reconocido por la Unesco.

Cuando empiece la competición el próximo 7 de febrero, habrá cumplido ya los 55 años. Una edad, será de lejos el más veterano en Sochi, que no frena las ambiciones del peculiar aristócrata. Su empeño por dar visibilidad a países tradicionalmente ajenos al deporte de alta montaña ya le llevó en los anteriores Juegos, celebrados en Vancouver en 2010, a encargar un atuendo que portaba, bien visible, la leyenda 'mexicano desesperado' con motivos asociados a la revolución. Ahora, será el emblema del folklore de su tierra natal el que desfilará por las pistas de esquí de las colinas del Cáucaso.

El origen germánico de la dinastía a la que pertenece parece haber marcado su trayectoria. Aunque pasó la mayor parte de su infancia entre México y España, Hubertus nunca desistió de su pasión por la montaña. Con apenas 22 años fundó la Federación Mexicana de Esquí y bajo esta bandera participó en cuatro Juegos de invierno. Aunque amagó con retirarse en 2007 tras una grave lesión y su descalificación en la edición de 2006, recuperó el tono de alta competición en Vancouver, cuando ya pasaba los cincuenta. Sabe que lograr buenos resultados es prácticamente imposible. Su misión es otra: que los esquiadores "exóticos" no desistan de su sueño alpino.