Japón se aleja del pacifismo

Japón quiere pasar para siempre la humillante página de su derrota en la II Guerra Mundial. Aquella que le llevó a promulgar una Constitución pacifista en la que el Ejército del Sol Naciente tiene únicamente una función defensiva o, como sucede ahora, humanitaria. El mundo ha cambiado, asegura su primer ministro Shinzo Abe, y ahora su país no es una amenaza equiparable a la del nazismo. Hoy el peligro viene de la China comunista, que se ha embarcado en una ambiciosa modernización de sus Fuerzas Armadas y hace gala de prepotencia -atizada por su coronación como la gran superpotencia asiática- en el conflicto que enfrenta a ambos territorios por la soberanía de los islotes Diaoyu/Senkaku. Por eso, el mandatario cree que la Carta Magna ha de ser revisada para que el país nipón pueda hacerle frente con garantías de éxito.

En Pekín, sin embargo, afirman que la actitud de Abe es la muestra más clara de que el imperialismo nipón que desoló el continente a principios del siglo XX vive un preocupante auge. Y apuntalan esta idea con la reciente visita que el primer ministro japonés hizo al controvertido templo de Yasukuni, en Tokio, donde se rinde homenaje a los caídos por la patria, incluidos 14 militares convictos por crímenes de guerra. Para el Gobierno chino, es su adversaria la que está avivando el conflicto entre ambos países con provocaciones continuas en el Mar de China Meridional y con el fin de enmascarar su decadencia social y el fracaso de su modelo económico.

Desde ayer, esta guerra se ha trasladado a India. En su capital aterrizó por la tarde Abe con la intención de sellar una polémica venta: la de sus aviones anfibios ShinMaywa US-2i. De hecho, si consigue cerrar el acuerdo, algo que parece muy probable, sería la primera vez en cuatro décadas que Japón vende en el extranjero armamento militar.