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Un grupo de opositores al Ejecutivo de Yanukóvich se protege de los chorros de agua de los bomberos y la Policía antidisturbios. :: V. K. / REUTERS
MUNDO

«A los líderes les falta determinación»

Los manifestantes más aguerridos esperan la orden del Maidán para lanzarse al asalto del Gobierno y el Parlamento ucraniano

RAFAEL M. MAÑUECO ENVIADO ESPECIAL
KIEV.Actualizado:

«Si el domingo hubiéramos actuado sin titubear, lanzando a toda la gente que tenemos en el Maidán (la plaza de la Independencia) contra las sedes del Gobierno y la Rada (Parlamento), a estas horas el poder en Ucrania estaría ya en nuestras manos y Víctor Yanukóvich -el presidente del país- exiliado en Rusia», estima Volodimir, un activista de 28 años que trabaja en Kiev, pero llegó a la capital procedente de Crimea hace tres años. Según su opinión, «a los líderes de esta revuelta les falta determinación». El joven lleva puesto un antiguo casco militar, empuña una barra de hierro y a la espalda una mochila llena de adoquines. Se encuentra en la calle Grushévskaya, en compañía de varios centenares de manifestantes equipados de forma parecida, y asegura esperar el momento de avanzar cuesta arriba hacia la llamada «manzana gubernamental».

Los líderes de la oposición dieron el miércoles a Yanukóvich un ultimátum que venció ayer a las ocho de la tarde hora local (una menos en España) para que hiciera concesiones a sus demandas, en particular la dimisión del Gobierno y la convocatoria de elecciones legislativas y presidenciales. De lo contrario, según el boxeador Vitali Klichkó, que encabeza la alianza UDAR, llamaría a los congregados en el Maidán a tomar edificios oficiales.

Volodimir responde a la pregunta sobre si milita en alguna organización ultranacionalista o forma parte de los grupos de autodefensa creados por los participantes en la protesta asegurando que «no». «Yo estoy aquí como la mayoría, en apoyo de nuestras reivindicaciones y luchando para que Ucrania no se deslice hacia una dictadura como la que hay en Rusia, Bielorrusia o las repúblicas de Asia Central».

Dice ser consciente de que, con la restrictiva legislación que acaba de entrar en vigor, si le detienen con todo lo que lleva encima, le pueden caer varios años de cárcel. «La verdad es que los que, como yo, estamos fuera de grupos organizados militarmente, como son los que aguantan hasta el final cuando aparecen los Berkut -fuerzas especiales de la Policía-, servimos solamente para hacer bulto. Estamos aquí de forma espontánea y ellos siguen un plan trazado de antemano y con disciplina férrea».

Demócratas y ultras

Volodimir no ve contradictorio el hecho de que la protesta del Maidán proclame la democracia mientras que los ultras persiguen fines políticos distintos. «Bueno ellos tampoco están del todo en contra de la democracia. Lo malo son sus métodos, pero ahora somos compañeros de viaje en esta pelea y lo cierto es que, a la hora de enfrentarse con los esbirros de Yanukóvich, son muy buenos, le echan bastante coraje».

El joven ve «hipócrita» que Klichkó y Arseni Yatseniuk, número dos del partido de Julia Timoshenko, critiquen los «excesos» cometidos contra los antidisturbios, a quienes les han estado arrojando sin cesar en los últimos días cócteles molotov y piedras, «y resulte que los que han actuado de esa manera son miembros del servicio de orden del Maidán».

Volodimir contaba todo esto junto a una pintada en español que dice «viva la revolución» y en medio de un panorama desolador. Ayer por la tarde, con una temperatura de unos 13 grados bajo cero, la calle Grushévskaya, escenario de los brutales disturbios de los cinco últimos días, presentaba un aspecto desolador.

El adoquinado arrancado y ennegrecido por la ceniza de las hogueras y los incendios de vehículos policiales y neumáticos. Para evitar que la Policía intente nuevamente desmantelar la barricada, se han colocado ruedas en todo el perímetro del parapeto para prenderlas fuego llegado el momento.

A escaso metros de allí, dando la vuelta a la esquina en la plaza de Europa, se encuentra el Maidán. En comparación con el mes pasado, cuando se alcanzó un primer apogeo en las protestas, han aparecido más barricadas y mejor fortificadas. Prácticamente toda la calle Krechatik, hasta llegar casi al mercado de Besarabia, está en manos de la multitud opositora. «Hubo que pasar a la ofensiva porque la gente se cansó de esperar eternamente un desenlace», sentencia Volodimir.

Los asaltos a sedes oficiales se están llevando a cabo en otras ciudades de Ucrania. Oleg Pustovgar, responsable de la ONG Maidán, declaró ayer que se han dado casos en las regiones de Rivne, Zytomyr, Vinitsia, Kmenlnytski, Poltava, Cherkassi y Lvov. En este último territorio, cientos de manifestantes asediaron la oficina del gobernador regional, Oleg Salo, que llegó a firmar su dimisión en un pedazo de papel. Más tarde, Salo, nombrado por Yanukóvich para el cargo, aseguró que había actuado bajo coacción y que su renuncia no era válida.