La nueva presidenta intentará rescatar a Centroáfrica del caos

La capacidad para la negociación fue el argumento esgrimido para explicar la elección de Catherine Samba-Panza como nueva presidenta de la República Centroafricana. La candidatura de la alcaldesa de Bangui se impuso a la de su rival Desiré Kolingba, hijo de un exmandatario, en la votación llevada a cabo ayer por el Consejo Nacional de Transición, parlamento interino de este país sumido en una grave crisis. Las primeras palabras de la dirigente tras su elección fueron para pedir el fin de la violencia que castiga el territorio. La muerte el domingo de dos musulmanes, cuyos cadáveres fueron quemados en la vía pública, incrementa aún más la tensión interreligiosa en el país africano.

La abogada, formada en París y especializada en seguros, se ha convertido en la candidata del consenso gracias a su independencia frente a la Séléka, la denostada alianza promusulmana que controlaba el poder, y los grupos antibalaka, empeñados en la venganza contra la minoría islámica, favorecida durante los últimos meses por la acción impune de las milicias gubernamentales. La nueva presidenta interina, de confesión cristiana, se ha comprometido a defender a todos los ciudadanos, independientemente de su fe.

La sucesora de Michel Djotodia cuenta en su haber con una intensa actividad a favor de la sociedad civil como vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Juristas y representante de ONG defensoras de los derechos humanos. Su facultad conciliadora también quedó probada por su participación en el Diálogo Nacional de 2003, un encuentro multisectorial que propició el primer proyecto democrático centroafricano de cierta envergadura. La nueva dirigente tiene el compromiso de formar un nuevo Gobierno y conducir al país hasta la celebración de elecciones, previstas para 2015.