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Gamonal, ¿flor de un día o preludio de la tormenta?
El rechazo a la reforma del barrio ha canalizado el malestar generalizado por los recortes socialesJunto al movimiento antidesahucios, los burgaleses son el único colectivo que ha podido cantar victoria tras sus movilizaciones
MADRID. Actualizado: GuardarEl alcalde de Burgos, Javier Lacalle, se resistió a dar marcha atrás en su proyecto para construir un bulevar y un aparcamiento subterráneo en Gamonal pero nueve jornadas de protestas vecinales acabaron por dar su brazo a torcer. La paralización definitiva de las obras supone una rotunda victoria para miles de vecinos anónimos que a lo largo de las últimas diez jornadas han clamado en las calles contra una remodelación que nunca quisieron. La respuesta de Gamonal ha servido como ejemplo para el resto de España, donde tras casi cinco años de recortes se han multiplicado manifestaciones y movimientos reivindicativos que, por contra, han obtenido escasos resultados. La calle grita más que nunca, pero las políticas de austeridad siguen su curso.
El triunfo de los vecinos del barrio burgalés presenta un elemento propio que no se encuentra en otras movilizaciones, opina José Fernández-Albertos, sociólogo investigador de la Fundación Alternativas. El área de Gamonal, de clase trabajadora, tiene a 18.000 de sus 60.000 habitantes en el paro y ha visto como su guardería municipal ha cerrado sus puertas por falta de presupuesto, una situación que por otra parte se repite en centenares de puntos de España. Sin embargo, todo este malestar se ha visto canalizado por un hecho puntual, una remodelación que costará trece millones de euros y que los vecinos aseguran que nunca han pedido. «Existe un descontento muy generalizado que se ha canalizado a través de un hecho puntual», explica Fernández-Albertos, quien considera que este tipo de movilizaciones solo han tenido éxito a lo largo de los últimos años cuando han contado con un objetivo común que ha ejercido como pegamento de todos aquellos que se han visto perjudicados por la situación actual. «Hasta ahora las únicas respuestas positivas a las protestas se han dado cuando se han canalizado en cuestiones muy concretas, ante las que se ha plateado un frente sólido», añade el sociólogo.
A modo de ejemplo el investigador de la Fundación Alternativas cita al movimiento antidesahucios, el único que en estos cuatro años ha obtenido un relativo éxito al evitar lanzamientos y al obligar al Gobierno a elaborar una nueva ley al respecto. Esto ha sido posible, afirma Fernández-Albertos, porque gira en torno a una meta bien definida como es la dación de pago. «Existe un nexo bien definido que hace que todo el mundo se sienta en el mismo barco».
Frente a un bloque unido como el de Gamonal o los antidesahucio otros colectivos de protesta carecen del apoyo generalizado. Y es que aunque la marea verde de los profesores o la blanca de los médicos gocen de la simpatía de los españoles pero son pocos los que se manifiestan por ellas. Y a ese ejemplo se puede sumar el de los desempleados, funcionarios, personas que han perdido sus becas académicas o de comedor...
Esta falta de apego a las causas de los demás se ve amplificada por un factor concreto: la violencia. La ciudadanía es reacia a participar en movilizaciones que arrastren consigo actos vandálicos, en la inmensa mayoría de los casos protagonizados por elementos ajenos al colectivo que defiende sus reivindicativos. Ejemplo de esta realidad han sido por ejemplo los disturbios registrados por algunos centenares de personas en apoyo de la causa de Gamonal en ciudades como Madrid, Valencia o Barcelona.
Modelo alternativo
A pesar del crecimiento de las protestas, para Fernández-Albertos en España, al igual que en la mayoría de los países europeos en los que se ha producido un retroceso de derechos, «existe un clima social sorprendentemente pacífico». Para que la situación se transforme este sociólogo considera que es necesario presentar a la ciudadanía un modelo distinto al actual. En esta línea sostiene que «aunque existe un descontento generalizado no han surgido alternativas a las políticas de austeridad». «Se trata en definitiva de presentar una alternativa en la que veamos que todos los ciudadanos ganamos con ella», apostilla.
Como ejemplo de esta otra vía Fernández-Albertos presenta la apuesta soberanista lanzada por la Generalitat y sus socios de ERC. Ambos han propuesto una opción diferente a la actual, la independencia.
«Los sociólogos somos muy malos a la hora de predecir el futuro pero si me hubieran preguntado cinco años atrás con seguridad habría dicho que con políticas como las que se han llevado podría producirse un estallido social. Ahora soy mucho más escéptico», concluye .