«El dinamismo económico camina hacia la locura»

Despejadas las incógnitas en la ecuación entre ego y arte, liberado de la parafernalia del ‘show business’ musical, Javier Ruibal (El Puerto de Santa María, 1955) lleva lo suyo en una pequeña mochila, como si fuera un ‘dealer’ del verso. Trae a Madrid ese nuevo disco, autoproducido, y autopromocionado, reducido todo al chasis de unas cuantas músicas y letras, que es al final lo que importa. Lo que siempre le ha importado. Después de ocho años sin publicar nuevas canciones y más de treinta en el delicadísimo negocio de las emociones, Ruibal inicia hoy la gira de ‘Quédate conmigo’. Después vendrán Sevilla (6 y 7 de febrero), Barcelona (13 de febrero), Cádiz (4 de abril) y Málaga (16 y 17 de mayo), pero ayer y hoy se presenta en Madrid como un tótem que recuerda la lejanía al mar y canta en la mítica Sala Galileo, epicentro de la nostalgia gaditana en Madrid.

-¿Por qué escribe tan poco?

-Quería una colección de canciones que fueran dignas. Quiero que lo que publico sea lo más bueno posible. Intento no copiarme a mí mismo y no siempre sale lo que uno busca con la celeridad deseable. La productividad es una cuantificación del arte. Creo más en cualidades que en cantidades. No me pongo la medalla de la calidad, pero quién mucho abarca...

-Tampoco es un artista de masas, pero quien le quiere, le quiere mucho.

-Las masas son un asunto de publicitación de ponerles tu obra en su camino. Eso es una cuestión de inversión empresarial que poco tiene que ver con lo artístico. Me conoce poca gente pero me tienen mucha fe. Eso es lo que uno desea. Que ese público sea multiplicado por mil o por cien tiene que estar basado en la inversión publicitaria. Lo que llega a la mayoría tiene un respaldo, al margen de cuestiones de calidad en las que no me pongo una medallita. Incluye también estar en el candelero con cierta frecuencia y para profundizar hay que tomar tiempo. Hay que dejar la tierra en barbecho para que vuelva a brotar. Escribo cuando siento la necesidad. El oficio se va mejorando y el tiempo corre a favor de los que quieren profundizar y en contra de los que quieren la inmediatez del resultado, que siempre está relacionado con promedios, cantidades e influencia mediática. No es esa mi obsesión.

-¿Qué mueve más el mundo, el amor o la justicia?

-El concepto de dignidad está muy relacionado con el amor. No sólo el amor de pareja, sino el aprecio por el ser humano. Propicia que haya muchas otras cosas. En mis canciones entrelíneas hay algunas declaraciones de principios, pero no es mi estilo hacer canciones para reclamar. Creo más en el arte que en la reclamación.

-¿Qué le duele de lo que ve?

-Me duele que no aprendamos. Seguimos pensando de manera egoísta y el ser humano no termina de saber que estamos aquí para algo más que para el triunfo social. Es tan vulgar eso… El triunfo social no puede venir relacionado exclusivamente con un éxito de implantación mediática o la ganancia de dinero, o estar abriendo y cerrando empresas porque implica dinamismo económico… Eso camina hacia la locura. Ese supuesto dinamismo provoca una cantidad de injusticias, de despidos y de EREs que son deplorables. No quiero decir que el dinamismo hecho al alimón del respeto a los derechos no sea productivo. Lo que no puede ser es que toda la plusvalía vaya a una caja y no se alcance el reparto.

"La gente simpatiza con la independencia"

-Producir y vender su propio disco en Cádiz es una pequeña locura.

-No puedo competir con las multinacionales, pero la gente simpatiza con la independencia. Preservamos la leyenda del Robinson Crusoe y la aventura provoca un placer innato. Cuando saben que no enarbolas más banderas que tu propuesta y que lo que tienes para vivir lo empleas en esto provoca mucha simpatía.

-Un verso del disco que sea una clave.

-Si estamos hablando de amor, este trata del agradecimiento a que otro ser humano acompase su paso al tuyo y dice así: “Uno anda a solas con uno, sin rumbo ninguno, uno viene y va del desencuentro al callejón del nunca jamás. Sueño que te sueño que de tu boca bebía. No dirás que son pequeños los sueños que yo tenía”.

-¿Cómo ha sido que su hijo le produzca el disco?

-En esta barca un remo lo llevo yo, el otro él. Ha hecho la producción y lo he dejado trabajar a sus anchas. Me ha dado una propuesta sonora muy fresca que ha recibido el apelativo de disco joven. Se nota su pujanza aunque las canciones proponen cosas frescas y nuevas. Estar con él es un sosiego y una alegría, lo mismo que con mi hija, que es bailaora flamenca. Uno tiene la emoción que los hijos han elegido el arte y tienen cualidades y lo hacen con respeto y entrega, como hay que hacer el arte. No el arte como un atajo para que te mire todo el mundo, si no un modo de vida hasta el final.