Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Un hombre prepara una sangría gigante en Valencia. :: JOSÉ PEÑALBA
Sociedad

La sangría es ibérica

El Parlamento europeo acuerda que solo puede denominarse así a la veraniega bebida elaborada en España y Portugal

Actualizado:

La Eurocámara aprobó ayer un nuevo reglamento que restringe el uso de la denominación de venta sangría a las bebidas elaboradas en España y Portugal. La cuestión no es baladí, porque, está incardinada en la reforma de la normativa sobre el etiquetado y la protección de las indicaciones geográficas de los productos vitivinícolas. Y con permiso de Francia e Italia, los caldos que se producen en la península Ibérica son de los mejores del mundo, cuando no los primeros.

No es que en las terrazas de los chiringuitos playeros al borde del Egeo, del Báltico o de la Costa Azul no se pueda pedir una sangría -dicen que en Japón han copiado ya la paella y están perfeccionado la tortilla de patatas-, sino que cuando la popular bebida sea servida embotellada ésta tiene que haber sido producida con vinos españoles o portugueses si quiere llamarse de esta manera.

Los europarlamentarios, que son gente muy viajada, conocen de sobra las virtudes tonificantes del bebedizo y por ello aprobaron la norma con 609 votos a favor, 72 en contra y 4 abstenciones, que no abstemios. Los restantes países comunitarios podrán seguir produciéndola, pero en estos casos el término sangría solo podrá utilizarse como complemento de la denominación 'bebida aromatizada a base de vino', seguida obligatoriamente del país de procedencia.

Por cierto, las mismas reglas se aplicarán a la clarea -o vino especiado con el que en la antigüedad se motivaba a la tropa- producida fuera de España. Los estados miembros tienen un año todavía para aplicar toda esta normativa a los productos embotellados. Con esta medida la sangría no es que se equipare al champán francés o al güisqui escocés, pero la medida protege a los productores y empresas ibéricas que utilizan vinos de la tierra para su elaborarción.

Con la llegada del turismo, la sangría conquistó a las hordas de veraneantes que en los 60 vinieron en busca de sol, de playa y del exotismo cañí. De manera que, igual que se llevaron a la citada paella -a su estilo cocinada-, también plagiaron a su manera nuestra popular y veraniega sangría.

Habrá que invitar a los europarlamentarios a que conozcan los auténticos productos españoles, porque no todo es jamón ibérico, también está el chorizo y las cecina de León, las fabes de Luarca y los quesos asturianos, los corderos segovianos, la ternera de la Sierra del Guadarrama, los salazones de Murcia y muchos otros productos que habría que promocionar. Malo es cuando en Mostar, ciudad enclavada en el corazón de Bosnia-Herzegovina, ofrecen al visitante un plato de cecina. Tal vez pueda ser debido al paso de los soldados españoles que contribuyeron a pacificar aquellas tierras y dejaron su impronta, aunque el producto sepa a tabaco de mascar.