PAN Y CIRCO

UN ADIÓS MUY DOLOROSO

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Complicado, muy complicado es ser profeta en tu tierra. Acaba de vivirlo en sus propias carnes Carlos Ríos, que deja el banquillo del Atlético Sanluqueño a mitad de temporada (y con dos años y medio más de contrato). Ya le tocó experimentar esta sensación a Juanma Carrillo al frente del San Fernando en el presente curso, aunque el isleño tuvo poco tiempo para demostrar sus credenciales. La historia se repite.

Algo más ha durado la etapa del míster sanluqueño en el equipo de su localidad natal. Se va sin poder triunfar en un club al que amaba desde pequeño, del que defendió sus colores sobre el terreno de juego y del que se marcha sin poder dejar huella en el apartado técnico. Sin lugar a dudas, son las despedidas que más duelen. Sobre todo cuando en tu propia casa recibes abucheos y silbidos pese a intentar que todo salga bien. Otro asunto es que se complique el asunto. Y podría haber continuado, pues tenía 'asegurado' el futuro, pero llegó la hora de decir adiós. Se va con un sabor amargo porque a veces la mente nos hace ver lo que el corazón no asimila.

Bien es cierto que la situación se había vuelto insostenible en un equipo que necesita reaccionar de inmediato para no regresar a Tercera, ese pozo en el que ha estado dos décadas. Las dificultades económicas han impedido que la configuración de la plantilla verdiblanca haya sido acorde a la categoría de bronce (a la vista están las bajas anunciadas hasta la fecha) y eso ha pasado factura para que Carlos Ríos ya no sea el entrenador del equipo de su tierra. Seguro que ha sido un duro golpe para él y para los sanluqueños de pro, aunque ahora sólo queda mirar con optimismo al futuro y luchar para mantener la categoría con los que se queden y los que vengan (nuevo entrenador y fichajes). Toca arrimar el hombro y no desistir en el intento. Sanlúcar es tierra de garra y tiene que volver a demostrarlo. Torres más altas han caído.